Crawford cuelga los guantes tras
su victoria fundamental sobre Canelo Álvarez en septiembre. Si Crawford está realmente retirado del boxeo para siempre —en los deportes de combate es casi un rito volver una y otra vez—, se trata de un final de cuento de hadas.
Cuando Crawford era promovido por Top Rank, el promotor Bob Arum bromeó célebremente que podría comprarse una mansión en Beverly Hills con todo el dinero que perdió intentando convertir a “Bud” en una estrella.
Crawford puede ser hosco; francamente desafiante. ¿Ese enorme peso sobre sus hombros? Omnipresente. Pero fue el combustible que lo impulsó a alturas que muy pocos —desde luego no Arum— habrían previsto.
Un duelo en estadio contra la mayor estrella indiscutida del deporte ante más de 70.000 aficionados, visto por más de 40 millones en Netflix. Y una actuación a la altura del momento: una convincente victoria por decisión sobre Álvarez para conquistar el campeonato de The Ring Magazine en una tercera división.
No se trata solo de estatus libra por libra. Es el tipo de logro que selló a Crawford como un grande de todos los tiempos. Y en un deporte que suele retirar a los boxeadores en sus propios términos, resulta refrescante ver a alguien marcharse —en la cima del boxeo— renunciando a decenas de millones de dólares más.
Una revancha con Canelo sería otro megacombate, aunque no tan grande como el primero. Álvarez ha pedido ese enfrentamiento en semanas recientes. Crawford claramente no está interesado (al menos por ahora). Y, en realidad, ¿quién más hay a su alrededor en el peso que le resulte estimulante?
Lo que nos permite dirigir la atención al lugar de Crawford en la historia. Y siempre es difícil —y justo— comparar boxeadores de eras muy distintas. Este es un deporte con 150 años de historia con guantes, no las MMA, donde es mucho más sencillo trazar jerarquías.
El gran Henry Armstrong se retiró en 1945 con 180 peleas en su récord. Cuando Jack Johnson perdió el campeonato mundial de los pesos pesados en 1915, Jess Willard dio la sorpresa con un nocaut en el asalto 26 de una pelea pactada a 45.
Crawford, un boxeador ambidiestro, compite en una era en la que las peleas de título se disputan a 12 asaltos. Se marcha con un impecable récord de 42-0, habiendo peleado solo una vez por año en los últimos seis de su carrera. ¿La última vez que combatió dos veces en un mismo año? 2019. Todo esto para decir que resulta, sencillamente, un ejercicio fútil afirmar con certeza dónde se ubica en los anales de la historia.
Lo que sí podemos afirmar con firmeza es que Crawford es uno de los mejores boxeadores de nuestra vida y, posiblemente, el mejor de su era. Pero incluso esa segunda parte es difícil de precisar a medida que el calendario de 2025 se acerca a su final.
Después de todo, otros dos grandes de todos los tiempos siguen escribiendo sus historias.
Naoya Inoue pelea el 27 de diciembre en Riad, Arabia Saudita, ante Alan Picasso por
DAZN. Si Inoue gana, como se espera, se convertirá en el primer boxeador
desde Larry Holmes en realizar cuatro defensas del campeonato de The Ring Magazine en un mismo año calendario.
“El Monstruo” avanza rumbo a un choque con
Junto Nakatani (quien pelea la próxima semana contra Sebastian Hernández en la coestelar) para un combate en mayo en el Tokyo Dome, otro enfrentamiento que podría engrandecer notablemente el legado de Inoue.
Oleksandr Usyk, por su parte, es considerado ampliamente como uno de los mejores cruceros de la historia (junto a Evander Holyfield) y está en camino de
consolidarse como un peso pesado del top 10 histórico. Recientemente, Usyk afirmó que planea seguir peleando durante varios años más.
Con dos victorias sobre futuros miembros del Salón de la Fama como Tyson Fury y Anthony Joshua, Usyk aún tiene tiempo para añadir capítulos a su legado. Y durante todo este tiempo, la conversación libra por libra ha sido un monstruo de tres cabezas: Crawford, Inoue y Usyk. El orden solía cambiar según quién hubiese peleado más recientemente.
Y los elogios que hoy recibe Crawford —distinciones que se ganó— bien podrían estar influidos por el sesgo de la actualidad. Con razón, además, si se considera la forma en que desmanteló a Canelo a lo largo del combate, a un rival al que enfrentó subiendo dos divisiones de peso.
Lo que le falta a Crawford (quizás sin que sea culpa suya) son más victorias contundentes y emblemáticas en su historial. Errol Spence está ahí también, otro combate de alto perfil en el que Crawford no dejó dudas.
Si Crawford hubiera limpiado las 154 libras con triunfos sobre
Sebastian Fundora,
Jaron Ennis y Vergil Ortiz, su argumento como el mejor de su era se habría fortalecido enormemente.
Lo mismo puede decirse de su etapa en las 147 libras, aunque claramente quedó bloqueado por la política del boxeo y por el hecho de que Al Haymon controlaba a los principales nombres de la división (Keith Thurman y Danny Garcia).
Una vez que Crawford desarmó a Spence, todo cobró sentido sobre por qué no había podido atraer antes peleas con otros boxeadores de PBC.
Lo que sí sabemos con certeza: la partida de Crawford deja al boxeo sin otra estrella, un talento que quizá subestimamos antes de que enfrentara a Canelo.
Lo que aún no sabemos, por más que lo intentemos: ¿en qué lugar exacto resuena su nombre en los ecos de la eternidad?
Mike Coppinger es el insider sénior de The Ring. Copresenta “Inside the Ring” en DAZN todos los lunes junto a Max Kellerman. Síguelo en X e Instagram: @MikeCoppinger.