Si las cosas hubieran tomado otro rumbo,
Ryan Garner quizá estaría estudiando para obtener un certificado técnico en albañilería en lugar de prepararse para irrumpir en la escena del peso superpluma mundial.
Hace algunos años, el talentoso Garner perdió el camino y pasaba sus días en una obra de construcción en vez de en el gimnasio de boxeo.
“Yo era peón de albañil”, contó Garner (18-0, 9 KOs) a
The Ring. “Pensaba: ‘Esto es una basura. ¿De verdad quiero seguir boxeando?’ Ha sido duro, pero al final valió la pena.”
Garner incluso llegó a preguntarse cómo sería su futuro en la construcción. Lo que comenzó como una forma de ganar algo de dinero extra empezó a parecer un oficio permanente. Empezó a imaginarse colocando ladrillos en vez de cargarlos.
“Coloqué algunos. No soy el mejor, pero lo habría hecho”, dijo entre risas el púgil de 27 años. “Me gustaba cargar, porque estoy bastante en forma y soy activo. Pero si iba a seguir en la obra, me habría pasado a la paleta. Lo habría intentado de todos modos. Lo habría probado.
Ya lo hice antes, pero es demasiado lento para mí. Supongo que si coges ritmo y te acostumbras, mejora un poco, pero yo era demasiado lento, intentando hacerlo perfecto.”
Por fortuna, Garner está cada vez más cerca de olvidar la idea de empuñar una paleta. Durante los últimos 15 meses, por fin ha empezado a cumplir el potencial indiscutible que tenía sobre el ring.
Garner ha conquistado los títulos británico, de la Commonwealth y europeo del peso superpluma. Está clasificado N.° 4 por el CMB y figura dentro del top 15 en la FIB y la OMB. Y su popularidad en su ciudad natal, Southampton, ha crecido tanto que sus promotores, Queensberry, ya planean que encabece una velada en el estadio de fútbol de la ciudad el próximo verano.
“Ojalá esto sea solo el comienzo”, comentó. “Empiezo a ganarme bien la vida gracias al boxeo. Espero llegar a cosas más grandes y hacer dinero realmente bueno, que me cambie la vida.”
Desde que era amateur adolescente, a Garner siempre le repitieron lo bueno que era.
Su carrera profesional comenzó de manera explosiva, pero se distrajo con la vida fuera del gimnasio. No daba por sentado su talento, aunque tal vez no se dio cuenta del riesgo de dejar escapar una oportunidad única. Aunque se mantuvo invicto y conservó la fe de quienes mejor lo conocían, el interés en torno a él empezó a apagarse.
Hace unos tres años, trabajando en una de esas obras, fue cuando le cayó la ficha.
En lugar de limitarse a entrenar y confiar en que todo saldría bien el día del combate, empezó a exigirse el máximo nivel durante la preparación. Subirse al cuadrilátero sabiendo que había hecho todo correctamente le quitó un peso de encima, y las cosas comenzaron a encajar.
Hoy, Garner encara el boxeo de una manera totalmente distinta.
Fue bueno al derrotar en una guerra al excampeón británico Liam Dillon, mejor en su triunfo por decisión sobre Archie Sharp y
excelente al imponerse a los puntos al invicto español Salvador Jiménez para conquistar el título europeo.
Aun así, se aceptaba de manera general que, en julio, el experimentado campeón británico y de la Commonwealth,
Reece Bellotti, representaría la prueba más dura de su carrera. Era un escenario para el que Garner también se había preparado.
“En la previa, en el vestuario, pensaba: ‘Me espera una noche dura. Tengo que estar concentrado todo el tiempo. Van a ser 12 asaltos de una especie de guerra, voy a terminar reventado’.”
“No sé cuándo, pero pensé: ‘Esto es más fácil de lo que imaginaba’”, añadió Garner, quien
ganó por nocaut en el duodécimo asalto.
El carácter humilde de Garner es una de las razones por las que supo mantener el apoyo de quienes lo rodeaban durante sus altibajos. No hay un ápice de arrogancia en sus palabras. Casi admite con timidez que las cosas salieron mucho mejor de lo esperado.
“Sin faltar al respeto, pensé que iba a ser la pelea más dura de mi carrera, realmente complicada. Creía que habría momentos en los que tendría que sacar fuerzas de donde no hay. Y no lo sentí ni una vez, de verdad”, confesó.
“Es una buena señal. Muestra que, a medida que subo de nivel, voy mejorando. Creo que con cada campamento aprendo más, perfecciono mi oficio y me convierto en un boxeador más completo.”
Mejor, aunque todavía no un producto terminado.
“Aún creo que me queda mucho camino”, dijo. “No estoy tan lejos. A veces, en el gimnasio, sparreo y pienso: ‘Hoy estoy en estado de gracia’.
Todavía siento que no lo he mostrado. A veces sí, en pequeños destellos, pero aún no he enseñado todo lo que sé que soy capaz de dar.”
Ya están en marcha los planes para la gran noche de Garner en el Southampton Football Club. Es casi seguro que enfrente tendrá a uno de los superplumas mejor clasificados del mundo el próximo verano, mientras avanza hacia una oportunidad mundialista.
Su entrenador, Wayne Batten, será el encargado de diseñar la estrategia, y Garner confía en que, mientras entrene duro y siga las instrucciones, lo demás se resolverá solo, sea cual sea el rival.
Solo no le pidan su opinión sobre los campeones. Garner no dedica mucho tiempo a observar a sus rivales.
“No, todavía no”, aseguró. “No vi a Reece, no los estudio. Sé que mientras entrene en el gimnasio y me presente la noche del combate, sé que el mejor Ryan Garner puede vencerlos. No es arrogancia, simplemente lo sé.
He estado haciendo sparring con todos esos campeones mundiales durante años. No los veo. Voy al gimnasio y los enfrento. ¿Qué diferencia hay entre eso y la noche de pelea? Tienes 12 asaltos para descifrar a alguien. Si no puedes hacerlo entonces, no eres tan bueno como crees.”