LEEDS, Inglaterra — Mientras Ishmael Davis se prepara para disputar su cuarto combate en cinco meses, su compañero de entrenamiento y amigo de la localidad, Jack Bateson, avanza de forma constante en su recuperación y mantiene el ánimo alto, a la espera del alta médica para volver a correr y boxear.

Una semana antes de que Davis se quedara corto en una competitiva pelea a 12 asaltos frente a Caoimhin Agyarko en Belfast, Bateson (20-2-1, 6 KOs) vio truncada su gran oportunidad ante Michael Conlan, a 100 millas de distancia, en Dublín.

Ya había visitado la lona en el tercer asalto de un combate que iba tomando temperatura cuando, tras una segunda caída un asalto después, Bateson aterrizó de forma incómoda y se fracturó el tobillo derecho al caer a la lona. Conlan celebraba una victoria eléctrica mientras su excompañero de sparring lidiaba con otro contratiempo.

Eso no le apagó el ánimo. Aunque es una experiencia dolorosa de revivir, no le impide seguir activo, procurando asistir a la velada en el palco de su padre, Mark, frente a Elland Road, e interactuar con los vecinos que se interesan por su recuperación.

Con una férula esa noche, el púgil de 31 años se mueve con cuidado y responde con calidez cuando le preguntan —aunque sea repetidamente— que se encuentra bien y a la espera de noticias positivas de los médicos sobre cuándo podrá volver a apretar a fondo haciendo lo que más le gusta.

Pasar tiempo con su esposa Greta y sus dos hijas, Sienna y Skye, es un lujo que hasta ahora no podía permitirse; una distracción bienvenida de la frustrante política que vuelve a dejarlo mirando desde afuera.

“Puedo pasar bastante tiempo con mi familia, algo que antes no podía hacer; estoy sanando bien y con muchas ganas de volver. Hacia el final del primer trimestre de 2026 estaré de regreso”, le dice a The Ring.

“Los últimos uno o dos años han sido muy difíciles; no he tenido suerte. En mis últimas cuatro peleas: me rompí la mano en una, el tobillo en la última, tuve un corte feo y un empate técnico en otra; solo una salió como debía. Tengo que volver a ello. La pelea con [Conlan] fue buena, pero nunca arrancó; necesito reconstruirme, pero no quiero peleas contra jornaleros: quiero peleas serias ahora.

“Ojalá lleguen esas oportunidades; quiero demostrar que las merezco”.

Tras sufrir una derrota por detención en el 12º asalto ante el recién coronado campeón europeo supergallo Shabaz Masoud en noviembre de 2022, Bateson se reconstruyó con dos combates a seis asaltos en veladas promovidas por su padre Mark, como la que se celebra aquí.

Aunque nombres como el excandidato mundial del ligero Josh Padley y otros han aparecido en escenarios similares de salones de banquetes en los últimos años, existe, naturalmente, el deseo de alejarse del circuito de pequeñas salas tras probar un atisbo de las grandes ligas.

“Para la mayoría de los amateurs que pasan a profesionales hay un camino. Yo gané dos títulos ABA sénior, nueve a nivel nacional, y no tuve respaldo promocional. No quiero reconstruirme en este tipo de veladas; incluso antes de la de Conlan… no debería estar haciéndolo. Mi mánager [Lee Eaton] lo sabe; solo necesito esas oportunidades”, continúa.

Tras detener al profesional indio Rakesh Lohchab en una velada de GBM a 30 millas de casa, en Sheffield, el pasado septiembre, se perfilaba una oportunidad mayor ante Danny Quartermaine (13-1-1, 4 KOs) en diciembre.

El desastre llegó avanzado el segundo asalto: el médico de ringside determinó que ninguno estaba apto para continuar tras un choque de cabezas que dejó cortados a ambos. Se esperaba una revancha inmediata por los cinturones de ranking FIB y OMB del superligero, pero nunca se reprogramó.

El talento respaldado por Queensberry, Royston Barney-Smith (15-0, 7 KOs), arrebató esos cinturones de 130 libras en un combate desordenado y olvidable en la cartelera previa de Fabio Wardley–Joseph Parker el 25 de octubre, y tiene peleas mayores aguardándolo en 2026.

“Creo que Royston es un buen boxeador; a Danny deberían haberle retirado los cinturones por no pelear conmigo meses después, pero es lo que hay; el karma llega de muchas formas”, dice cuando se le pregunta por el capítulo Quartermaine de su carrera.

Habla con entusiasmo de ver cómo progresa el “realmente especial” Giorgio Visioli, y comenta abiertamente el dilema de Conlan respecto a sus opciones futuras: ¿redoblar la apuesta para reactivar ambiciones mundialistas y arriesgar, o aceptar las ofertas más lucrativas?

Sabe que ahora mismo no está en posición de pensar en grande, pero, de manera realista, cree que una sola aparición en una velada de pequeña escala debería bastar para encender las alarmas entre posibles interesados.

“He boxeado 22 años, tengo 23 peleas como profesional y 120 como amateur. Las peleas grandes son lo único que me motiva; con gusto volvería directo a otra grande, pero una [en sala pequeña] debería ser suficiente”, responde al evaluar 2026 tras su regreso.

Contó a un medio local que no quiere formar parte del temido club del “¿Quién lo necesita?”, en el que han caído Michael McKinson y Jack Massey —entre otros compatriotas— en las divisiones más ligeras; y es aún más difícil cuando no eres noqueador y presentas otros riesgos.

El misterio del emparejamiento no puede ser su prioridad ahora. Primero lo primero: tiempo de acumular más sesiones de kettlebell y circuitos antes de que el trabajo duro se reanude de nuevo con el nuevo año.