El miércoles es un día importante en la carrera de Joe Howarth.

Ha viajado 180 millas hacia el sur, a la capital del país, consciente de que muchos esperan que sea derrotado con claridad y que, potencialmente, sirva de trampolín para que Giorgio Visioli se impulse de cara a un 2026 en el que buscará pasar de prospecto a contendiente legítimo del peso ligero.

Su combate por el título inglés del peso ligero encabeza una cartelera de 10 peleas de Matchroom con prospectos de varias divisiones, transmitida en vivo por DAZN desde indigo at The O2, en Londres.

Conocido por no disfrutar especialmente del lado mediático del deporte, el boxeador de Wigan ha ido ganando comodidad —aunque sea un poco— bajo el ala del afable peso pesado Dave Allen y gracias a su exposición en carteleras de Matchroom a principios de año, alternando entre los focos brillantes y los modestos recintos de pequeñas veladas donde muchos, como él, se forjan.

Victorias por decisión a seis asaltos ante Mario Valenzuela Portillo y Karl Sampson le valieron un importante salto de nivel al excampeón regional, en lo que originalmente estaba previsto como una eliminatoria por el título inglés.

Ahora, la victoria de Louie O’Doherty por el título británico ante Regan Glackin significa que pelearán por el cinturón vacante, de forma similar a lo que hizo el compañero de promotora de Visioli, Jimmy Sains, hace dos meses.

“Esto nos lo ofrecieron por primera vez en febrero; aceptamos, pero por alguna razón no se dio entonces. Lo ofrecieron otra vez y aquí estamos”, le dice Howarth a The Ring con franqueza al explicar cómo se concretó el combate.

Desde su ajustada derrota por puntos ante Josh Sandford, ¿cómo ha evolucionado dos años y medio después?

“Hay que entrenar y dar el peso de la manera correcta; no puedes engañar nada en este deporte porque te acaban descubriendo, y eso fue lo que me pasó. Diría que fue una bendición disfrazada, sí.

“Siempre tuve confianza, mucha además, pero si Dave y yo no creyéramos que puedo ganar, no habría aceptado la pelea. Vengo aquí a ganar esto; no viajé hasta Londres para que me ganen”.

Con eso en mente, ¿cuál cree que es la mayor fortaleza de Visioli?

“Probablemente su velocidad; es bastante rápido, pero mi timing es bueno, así que ya veremos. Nada ha cambiado: entreno cada pelea como si fuera por un título mundial”.

“Mudarse a Doncaster y estar allí de lunes a viernes, lejos de mis hijos y mi familia, es un sacrificio enorme. Una victoria el miércoles por la noche cambia la vida de mis hijos; tengo dos propios y una hijastra, hay más bocas que alimentar”.

Haber sido padre en la adolescencia, a los 15 años, obligó al boxeador de Wigan —que aún tiene solo 23— a madurar rápido. Ser responsable de tres niños de siete años o menos no es fácil para nadie, y menos aún en una situación tan volátil como la suya, por lo que se detiene a reflexionar cuando se le pregunta cómo la paternidad ha moldeado su carácter en los últimos años.

“Si no tuviera hijos, no estaría boxeando. Es duro; no haría todo esto solo por mí. Empecé porque me encantaba el deporte a los 13, pero tenía 13… estuve intermitente durante seis años y luego me puse serio hace unos pocos años.

“Me desenamoré un poco del boxeo por un tiempo; era joven y hacía tonterías, pero superé todo eso y aquí estoy ahora. Fui un poco loco de los 14 a los 20, pero desde que me hice profesional me he calmado mucho”.

¿Qué es lo único que quiere mostrar, que aún no ha mostrado, la noche del combate?

“La gente todavía no ha visto lo bien que puedo boxear de verdad. Miren a mis rivales [anteriores]; sí, Giorgio es el que va a sacar eso de mí. Solo esperen y verán”.