Jai Opetaia es el campeón del mundo del peso crucero según The Ring, pero está enfrentando algo más que rivales. En plena cúspide física de su carrera y atrapado en una especie de tierra de nadie, Opetaia está luchando contra las estadísticas y contra 45 años de historia en la división.

Con un récord de 28-0 y 22 nocauts, Opetaia impresiona tanto en el papel como sobre el ring. El australiano de ascendencia samoana desmanteló sin problemas al superado Claudio Squeo, logrando una victoria por nocaut técnico en el quinto asalto este domingo en Broadbeach, Australia, defendiendo sus cinturones de The Ring y la FIB. Tras una serie de demoledores golpes al cuerpo, Opetaia aparentemente fracturó la mandíbula de Squeo, y acto seguido hizo un llamado a peleas de unificación, particularmente frente al campeón de la AMB y la OMB, Gilberto “Zurdo” Ramírez.

La cruzada de Opetaia por la unificación total en el peso crucero refleja el deseo compartido por aficionados y analistas: una división con un solo campeón, sin cabos sueltos ni cinturones dispersos. Si hay piedras sin voltear, hay que hacerlo, con fuerza si es necesario.

En una era en la que se reconocen cuatro organismos principales, recolectar todos los cinturones es una tarea compleja incluso en divisiones más populares. Pero en el peso crucero —históricamente visto más como una escala que como un destino final— los obstáculos son similares a los que enfrentan divisiones más pequeñas: poca visibilidad, escaso reconocimiento y aún menos incentivos económicos para peleas de unificación.

Pero incluso si Opetaia logra arrebatar los títulos a Ramírez y al campeón del CMB, Badou Jack, ¿qué seguiría para el púgil de 29 años? Si la historia sirve de guía, el siguiente paso lógico desde el peso crucero es el ascenso.

Cualquier campaña destacada en peso crucero inevitablemente será comparada con las leyendas de la división, en especial Evander Holyfield y Oleksandr Usyk, quienes dominaron con autoridad antes de subir a los pesos pesados. En 1987, The Ring eligió a Holyfield como “Boxeador del Año” por encima de Mike Tyson gracias a cuatro victorias significativas en el peso crucero. Usyk recibió ese mismo honor en 2018 tras tres triunfos de alto calibre. Ambos repitieron ese reconocimiento una vez consagrados en el peso pesado.

Lamentablemente, Opetaia no cuenta con el historial amateur que catapultó a Holyfield y Usyk al estrellato desde temprano, y además los tiempos no le favorecen. Hoy en día, se espera que los boxeadores de élite peleen al menos dos veces al año, y aunque Squeo llegó invicto, no es el tipo de rival que impulsa una candidatura real a “Boxeador del Año”.

Sin embargo, Opetaia tiene varios factores a su favor. Holyfield y Usyk no fueron los únicos cruceros que triunfaron en el peso pesado. Jean Marc Mormeck, Tomasz Adamek y David Haye lograron victorias relevantes ante los hombres más grandes del deporte.

Además, Opetaia cuenta con atributos físicos y edad de su lado. Es el más joven entre los campeones actuales del peso crucero y combina tamaño, habilidad y potencia de manera más eficaz que Ramírez y Jack. Mide 1.88 m (6’2”), casi la misma estatura que Holyfield y Usyk, y pega más fuerte que sus rivales directos.

El tiempo, no obstante, es un factor delicado. Con 29 años y una década de carrera profesional, Opetaia pronto comenzará a sentir los efectos del desgaste. Sus principales oponentes están ocupados en otros compromisos, por lo que, si quiere quedarse en la división, deberá armarse de paciencia. Pero permanecer en el peso crucero implica renunciar al botín y la gloria del peso pesado.

Lo que quieren los fanáticos y lo que exigen los medios a menudo queda opacado por lo que necesita el boxeador. Arrasar con una división es admirable, pero hay facturas por pagar. Tarde o temprano, toda conversación sobre el peso crucero regresa al mismo punto: ¿cómo le iría —deportiva y económicamente— en el peso pesado?

Por todos sus logros en el peso crucero, Holyfield y Usyk fueron recompensados al subir de división. Holyfield, por ejemplo, ganó $250,000 en su revancha crucero ante Dwight Muhammad Qawi. Diez años después, embolsó $35 millones por su segunda pelea ante Tyson.

De forma similar, Usyk recaudó cerca de $20 millones en su combate con Tony Bellew en 2018, considerado “la pelea más lucrativa en la historia del peso crucero” hasta ese momento. Seis años después, su revancha contra Tyson Fury le valió $100 millones.

Esas son cifras que Opetaia no puede ignorar para siempre. Y más aún considerando que no posee el mismo prestigio que Holyfield en su campaña crucero, ni el impulso organizativo de Usyk en la World Boxing Super Series. Todos desean que Opetaia unifique con Ramírez o Jack, pero no existe suficiente interés financiero como para que esas peleas entren en negociaciones reales.

Opetaia, como campeón de The Ring en peso crucero, aún debe consolidar su dominio para reinar de verdad. Sería el rey... pero de un páramo justo fuera de los límites de la división más lucrativa del boxeo. Una cruzada por la supremacía en peso crucero es noble, pero también temporal.

Por eso, su próximo paso debe ser meditado. ¿Valdrá la pena pasar a la historia como campeón indiscutido del peso crucero? ¿O tendría más sentido aprovechar ese estatus para negociar su llegada al peso pesado?

Opetaia tiene lo necesario para forjar su propio destino, ya sea gobernando entre cruceros o enfrentando gigantes pesados. Cuatro de sus últimos seis rivales llegaron invictos antes de ser noqueados; los otros dos estaban bien clasificados.

Pero eran solo hombres. Opetaia ya ha vencido a muchos de esos. Lo que se cierne ahora es la historia: 45 años de evidencia que sugieren que Opetaia podría ser más parecido a Carlos De León o Marvin Camel que a Holyfield o Usyk.

Opetaia cumplirá 30 años este mes, y el tiempo apremia. Decida lo que decida, el camino que sigue será cuesta arriba.