MANCHESTER, Inglaterra – Durante casi 20 años,
Zelfa Barrett recorrió el mismo camino desde su casa en Harpurhey hasta el legendario gimnasio Collyhurst and Moston Gym.
Su tío, Pat Barrett —ex campeón europeo del peso superligero— tomó las riendas del gimnasio años atrás y formó a su sobrino desde cero, llevándolo a conquistar varios títulos en peso superpluma y a rozar la élite mundial.
Sin embargo, la inactividad y la falta de oportunidades en los últimos dos años hicieron que Barrett se fuera apagando poco a poco. En enero,
sufrió una derrota contundente frente a James "Jazza" Dickens en una actuación plana y carente de ritmo.En estos tiempos, muchos boxeadores terminan relaciones laborales de largo aliento con un mensaje de texto o una llamada. Pero cuando los lazos emocionales entre púgil y entrenador son tan profundos como los de Zelfa y su tío, esa no era una opción. Tras varias conversaciones difíciles, ambos concluyeron que había llegado el momento de que Barrett, de 31 años, probara algo nuevo.
Con la decisión tomada, tocaba encontrar a la persona adecuada para revitalizar su carrera. Eligió a una leyenda del boxeo británico: Joe Gallagher.
La nueva etapa comienza este fin de semana. Ya en la división de peso ligero, Barrett (31-3, 17 KOs) enfrentará al mexicano Cristian Bielma en una velada de VIP Boxing en Bolton, Inglaterra.
Gallagher conocía bien a Barrett, a quien utilizó como sparring para preparar a Anthony Crolla en sus combates contra Jorge Linares. Sin embargo, la familiaridad no garantiza un lugar en su competitivo establo. Gallagher habló con Pat y luego invitó a Zelfa a conversar.
“Fui a verlo y me dijo: ‘¿Qué esperas? ¿Qué es lo que quieres?’ Y le respondí: ‘Joe, soy tranquilo. Solo necesito tiempo y amor. Nada más’”, contó Barrett a
The Ring.
“Me puso en los sacos, me hizo lanzar combinaciones, y luego me dijo: ‘Detente, no hay nada malo en ti. Cada golpe que lanzas es correcto. Potencia con velocidad. ¿Cómo no has noqueado a más rivales antes? ¿Cómo te han aguantado 12 asaltos? No lo entiendo.’
Yo solo me encogí de hombros y le dije: ‘No lo sé’.”
“Fue un alivio escuchar eso. Esa voz nueva, creyendo en mí, me devolvió esa chispa.”
Pat Barrett es un técnico que enseña a sus pupilos a pelear con ritmo y fluidez. En sus mejores noches, Zelfa es un espectáculo; cuando está en su zona, es de los boxeadores más estéticos de Gran Bretaña. Pero esa chispa ha estado ausente en sus últimas apariciones.
Cada vez que Gallagher habla de Barrett, se le dibuja una sonrisa. El nuevo pupilo es diferente al tipo de campeones que ha formado en el pasado. Ya es demasiado tarde para hacer cambios técnicos radicales, pero no es necesario: el reto es liberar su talento natural. Si Gallagher logra desbloquear ese potencial, podría tener entre manos a un verdadero contendiente de clase mundial.
“Joe me ha recordado quién soy y lo bueno que soy. No me llaman 'The Flash' por nada”, dijo Barrett.
“Me recuerda que debo aumentar mi volumen de golpeo. Me enseña fases ofensivas, me muestra otras formas de ganar. Es como un entrenador que cambia la formación de su equipo. Eso es lo que él está haciendo conmigo.”
Casi once años después de su debut profesional, Barrett sigue obsesionado con el boxeo. Ni él ni su tío se conformarían nunca, pero quizás se había vuelto demasiado familiar su rutina diaria.
Entrar a un gimnasio nuevo siempre genera tensión, ya seas un niño de 11 años o un profesional consagrado.
Barrett es amigo de Scott Quigg, ex campeón mundial supergallo de la AMB, y de Marcus Morrison, ambos parte del equipo de Gallagher en Champs Camp, en Moss Side. Quigg, en particular, fue conocido por su intensidad en el entrenamiento, y seguramente dejó claro lo que se espera de quien se integra al equipo.
Además, Barrett ahora convive con jóvenes ambiciosos como el campeón inglés superpluma Josh Holmes, el invicto favorito de Riyadh Season, Mohammed Alakel, y el multimedallista nacional Huey Malone.
Todo ha sido tal como se lo esperaba:
“Nunca estoy cómodo ahí. Es un ambiente incómodo, porque es duro. Pero estoy cómodo sintiéndome incómodo, si eso tiene sentido,” dijo Barrett.
“Cada día que subo las escaleras me pregunto: ‘¿Qué me toca hoy? ¿Sparring? ¿Con quién? ¿Qué voy a hacer?’ Siempre estoy alerta.”
“Una vez, en un sparring, retrocedí en línea recta y Joe paró todo. Me dijo: ‘¿Qué haces, Zelfa Barrett? Has tenido 34 peleas profesionales. ¿Por qué retrocedes en línea recta? Hazlo en zigzag, en ángulos.’
Y luego: ‘No lo hagas de nuevo.’”
“Joe me observa en el saco. Siento su mirada quemándome la espalda y eso me saca un 1% más cuando ya estoy agotado. Sigo golpeando, moviéndome, bloqueando, contraatacando, fintando, pensando.
Hasta Marcus y Scott me observan cuando hago sombra, sparring o trabajo en la VersaClimber. Me gusta esa presión, pero también pienso: ‘No te equivoques. No te equivoques. No te equivoques’.”
“Ahora tengo nuevos compañeros alrededor y eso me motiva aún más. Sé que me están observando y se preguntan: ‘A ver qué tan bueno es en realidad.’”
Por ahora, no se habla de rivales futuros ni de ambiciones lejanas. Todo lo que importa para Barrett es este fin de semana.
Será la pelea número 35 de su carrera, pero todo será nuevo: su cuerpo, tras un programa distinto de fuerza y acondicionamiento; la esquina, donde escuchará una voz diferente; y la presión, que seguirá sintiendo como una mirada ardiente en la nuca.
Esto es exactamente lo que Barrett quería.
“Creo en Joe, porque lo ha hecho con otros peleadores. Los convirtió en campeones,” afirmó.
“Me tiene leyendo un libro llamado Relentless, sobre Kobe Bryant y la confianza en uno mismo. Confío en él. Creo en él. Si me lo dice, yo lo creo.”