Edgar Berlanga tiene una alta opinión de sí mismo.
Hamzah Sheeraz, en cambio, no comparte ese entusiasmo.
“Le daría un 7,” dijo Sheeraz a
The Ring cuando se le pidió calificar a su próximo rival del 1 al 10.
Dentro de pocos días, Sheeraz (21-0-1, 17 KOs) tendrá la oportunidad de demostrar que
Berlanga no es tan bueno como muchos —principalmente él mismo— piensan.
Durante casi toda la previa, el púgil de Brooklyn, Berlanga (23-1, 18 KOs), se ha mostrado confiado, caminando como un hombre completamente seguro de su superioridad. Si bien ha reconocido que Sheeraz es un boxeador sólido y bien formado, el contendiente de 28 años insiste en que la pelea será un simple trámite.
Y lo cierto es que Berlanga vivió una noche fácil hace apenas unos meses, cuando despachó sin oposición a
Jonathan González-Ortiz.
El boricua, que no estaba a su nivel, fue arrollado desde el campanazo inicial hasta caer noqueado en el primer asalto.
Sheeraz, por el contrario, vivió una auténtica guerra la última vez que subió al ring.
Luego de una actuación irregular ante
Carlos Adames, tuvo
que conformarse con un empate dividido el pasado 22 de febrero en Riad, Arabia Saudita. En lugar de buscar una revancha, decidió subir de categoría. Solo el tiempo dirá si esa decisión fue acertada, pero Berlanga no ve la hora de ponerle las manos encima.
Como es habitual en el boxeo, el intercambio verbal no ha faltado.
Y Berlanga, como muchos en la era moderna, se ha convertido en un especialista en el arte del trash talk.
Sheeraz, sin embargo, no comparte ese enfoque. No le interesa degradar a sus rivales ni lanzarse en diatribas cargadas de insultos.
Desde un plano personal, el británico no valora el carácter ni la conducta del neoyorquino.
“Como persona,” sentenció Sheeraz, “no es de mi agrado.”