Qué diferencia hacen 14 años.
En 2011,
un Canelo Álvarez de 21 años ganó su primer título mundial. Hasta entonces, gran parte de su reputación se centraba en enfrentar a exwélters y a los hermanos menos célebres de Miguel Cotto y Ricky Hatton. Corrían rumores de que era un boxeador prefabricado, que su cabello rojo era usado como herramienta de mercadotecnia para impulsarlo más allá de sus méritos en el ring.
Ese mismo año, en su tercera pelea del calendario, encabezó una velada de doble sede contra el favorito de The Contender, Alfonso Gómez, en la cartelera del
Floyd Mayweather vs. Víctor Ortiz. Ganó por nocaut técnico en el sexto asalto. La polémica conclusión de Mayweather-Ortiz eclipsó todo lo demás, y varias publicaciones —incluida
The Ring— calificaron el paro de Álvarez-Gómez como prematuro.
En ese número de The Ring se publicaba la lista de los “10 Mejores Boxeadores Mexicanos de la Historia”:
2. Rubén Olivares
3. Salvador Sánchez
4. Carlos Zárate
5. Marco Antonio Barrera
7. Miguel Canto
8. Ricardo López
9. Vicente Saldívar
10. Juan Manuel Márquez
El único que logró algo relevante después fue Márquez, con su brutal nocaut sobre Manny Pacquiao, que obligó a reevaluar toda su carrera. Para aquel entonces, Álvarez aspiraba a algún día estar en esa lista, pero estaba claramente lejos de ella.
Catorce años después, Álvarez se ha convertido en una de las mayores estrellas del boxeo y en una de sus figuras más polarizantes.
En 2012 su poder de convocatoria ya era innegable, encabezando veladas en Showtime ante Shane Mosley, Josesito López y Austin Trout, que lo llevaron a su choque con Mayweather.
A los 23 años fue controlado por el estadounidense, pero esa derrota resultó ser una lección de alto nivel. Mayweather, en plena consolidación de su legado, lo señaló como una futura superestrella llamada a sostener el atractivo global del boxeo. Y al igual que Floyd tras enfrentar a De La Hoya en 2007, la popularidad de Canelo se disparó. Con los años, Álvarez dominaría el arte de transformar el escepticismo y el odio en millones de dólares.
El orgullo nacional juega un papel central en el boxeo, pero no siempre beneficia al peleador. Álvarez ha tenido dificultades para ganarse el respeto de muchos de sus compatriotas. Quizá porque es un contragolpeador paciente en un país que asocia a sus ídolos con la agresividad, quizá por su cercanía con el CMB, por sus constantes cambios de peso, por las decisiones cerradas que lo favorecieron, por la polémica de dopaje, o simplemente porque es un mexicano de piel clara y cabello rojo.
Lo cierto es que, con terquedad, Álvarez fue acumulando uno de los historiales más sólidos de su era. De 2013 a 2025 solo ha sido derrotado con claridad una vez, por un peso semipesado de élite. Sus tropiezos fueron ante figuras de primer nivel y muchas de sus victorias cerradas fueron contra boxeadores con méritos para ingresar algún día al Salón de la Fama. Incluso sus críticos más férreos deben reconocer que su longevidad en la cima no puede explicarse solo por mercadotecnia.
La unificación de los títulos supermedianos, convirtiéndose en campeón indiscutido, le granjeó reconocimiento. Su mayor crítica en las 168 libras es la ausencia de un combate frente a David Benavídez, señalamiento legítimo y contundente.
A los 35 años y con dos décadas como profesional, su lugar entre los dioses del boxeo mexicano depende de cómo se evalúe su relación con promotores y organismos. Pero su palmarés lo sitúa entre los más fuertes de los últimos tiempos.
Si se revisa aquella lista de 2011, Márquez merecería subir posiciones tras su nocaut sobre Pacquiao, mientras que Ricardo López podría descender. Álvarez, con sus victorias sobre Miguel Cotto y Gennadiy Golovkin, además de múltiples unificaciones, ya se ha ganado un lugar en el límite inferior del top 10 histórico.
Las hazañas no pueden borrarse. Las derrotas amargas al final de una carrera no arruinan un legado, por más repetido que sea ese cliché. Ahora bien,
una derrota contra Terence Crawford el 13 de septiembre facilitaría a sus detractores el desmantelamiento de gran parte de sus logros. Ninguno de los otros grandes mexicanos de esa lista fue derrotado en su prime por un rival más pequeño que subía de categoría.
Esa es la montaña que Crawford debe escalar. Mientras tanto, Canelo Álvarez merece estar considerado entre los más grandes de México.