El excampeón mundial de dos divisiones
Óscar Valdez logró su primera victoria en 18 meses, y estuvo lejos de ser una tarea sencilla. Aun así, resultó una noche triunfal para el peleador de 34 años en su natal Nogales, Sonora (México).
El texano
Richard Medina, de San Antonio, asumió con entereza su papel de aguafiestas y, en otra noche, habría recibido más reconocimiento por su esfuerzo. Sin embargo, el púgil de 24 años sabía que en territorio ajeno necesitaba algo especial para imponerse.
Las tarjetas finales fueron 97-93, 100-90 y 98-92, aunque los comentaristas de ESPN Deportes no ocultaron su descontento con la naturaleza aparentemente unánime de lo que, en realidad, fue un combate competitivo entre dos boxeadores separados por una década de edad.
Valdez (33-3, 24 KOs), medio pulgada más bajo que Medina (16-4, 9 KOs), recurrió a sus ganchos en la corta distancia desde el inicio, mientras el visitante aplicaba presión medida y ambos intercambiaban jabs.
Dos asaltos después, la afición empezaba a impacientarse tras una pausa por la salida del protector bucal de Medina. Sus intentos de frenar el ritmo con amarres constantes fueron evidentes y el réferi no fue lo suficientemente enérgico para disuadir esas tácticas.
Aunque conectó a Valdez en ocasiones, no lo hizo con la frecuencia suficiente en los primeros nueve minutos como para llevarse rounds. En el cuarto, Medina logró su mejor trabajo del combate antes de que el propio Valdez se beneficiara de otra pausa accidental al caer su protector bucal.
El vendaje suelto en el guante de Medina provocó otra interrupción y, como era de esperar, el público respondió con silbidos. Valdez cerró más fuerte el asalto, dejando la mejor impresión ante los jueces, inclinados a valorar sus golpes más vistosos.
Aun así, queda la duda de si este método funcionará contra rivales de mayor nivel. Era su primera pelea tras nueve meses y luego de sufrir el primer nocaut de su carrera, pero lució un paso más lento en algunos pasajes y recibió golpes limpios con demasiada facilidad.
La comparación inmediata era con el campeón FIB
Eduardo Núñez, siete años menor,
que menos de una hora antes había protagonizado una auténtica guerra ante Christopher Díaz. La pregunta inevitable: ¿podría Valdez resistir semejante castigo?
De cualquier forma, los aficionados se encendieron en el quinto asalto, cuando ambos intercambiaron con fiereza. Medina incluso lo tambaleó en el sexto, y ESPN Deportes lo reflejó con una tarjeta pareja de 57-57 tras seis rounds.
Con cuatro asaltos restantes, la pelea seguía abierta. Valdez atacó al cuerpo para abrir la defensa alta de Medina, que resistía erguido en la corta distancia. El visitante, envalentonado por sus ráfagas de éxito, fue contragolpeado con ganchos y uppercuts.
Desde la esquina de Medina pedían más volumen y mantener incómodo a Valdez en los últimos dos rounds, pero era más fácil decirlo que hacerlo.
La tarjeta no oficial de la televisora cerró 96-94 para Valdez, adjudicándole los tres asaltos finales. Sin embargo, el duelo fue demasiado cerrado y queda la incógnita sobre si el sonorense todavía puede competir contra los pegadores más clínicos de la élite.
Una crítica recurrente a Valdez es su tendencia a intercambiar demasiado en la corta, en vez de boxear con más inteligencia, jabear y moverse, y mantener la defensa sólida. No pudo evitarlo en este combate, comprensiblemente, pero aún hay trabajo por hacer.
En casa nunca le iban a quitar la decisión, pero no nos engañemos: el trabajo pendiente es evidente, y
su recientemente reincorporado entrenador Manny Robles será el primero en subrayarlo.