Uno de los clichés más repetidos en el boxeo es que los pesos pesados alcanzan su mejor momento más tarde que los púgiles de divisiones inferiores.
Itauma es una rara excepción a una regla establecida desde hace décadas. Con tan solo 13 combates, el joven de 20 años ya es considerado por muchos como el heredero natural al trono de los pesos pesados.
Por su parte, el yorkshireño
Leo Atang, de apenas 18 años, ha peleado solo dos veces y ha pasado un total de cinco minutos en el ring, pero el campeón mundial sub-19 de 2024 ha sido señalado como una futura estrella desde el momento en que decidió dar el salto al profesionalismo.
El boxeo se ha convertido cada vez más en un deporte de comparaciones, y los dos jóvenes pesos pesados británicos
ya son mencionados en la misma conversación.
“Me lo preguntan en cada entrevista, pero me gusta. Es un boxeador al que definitivamente admiro mucho”,
dijo Atang (2-0, 2 KOs) durante su aparición en el programa Flash Knockdown de Matchroom.
“Es muy, muy bueno, pero ya está casi al nivel mundial. Está tocando la puerta de los títulos del mundo, así que el hecho de que, tras solo dos peleas, me comparen con él o incluso me incluyan en las mismas conversaciones, me gusta, porque sé que estoy haciendo algo bien.”
El boxeo de peso pesado es casi un negocio aparte dentro del deporte, pero lo que todos los peleadores de élite tienen en común, sin importar la división, es una confianza inquebrantable en sus propias habilidades y potencial.
La reacción y actitud de Atang cuando se menciona el nombre de Itauma es reveladora. No rehúye la idea de enfrentarlo ni lo coloca en un pedestal.
Tampoco recurre a declaraciones grandilocuentes ni titulares vacíos.
Atang habla con realismo y respeto sobre Itauma, pero no evita la posibilidad de que, aunque actualmente sigan caminos profesionales completamente distintos, esos trayectos puedan cruzarse en algún momento del futuro.
“Oh, sí. Puede suceder más adelante, pero cuanto más tiempo pase, más expectativa se va a generar”, comentó.
“Sé que la gente que nos conoce ahora dirá: ‘¡Queremos la pelea mañana!’, pero eso sería una tontería. Hay que dejarnos construir.
Déjenme construir, déjenlo construir a él. Él ya ha avanzado mucho, pero estoy seguro de que también tiene margen para mejorar. Yo tengo mucho por alcanzar todavía, pero cuando ocurra… se apaga todo.”