El verano de 2018 llegaba a su fin, y un joven consultor de reclutamiento de 23 años llamado Fabio Wardley comenzaba a preguntarse si su carrera en el boxeo alguna vez despegaría.

Había aplastado a cuatro oponentes de circuito white-collar y luego a otros cuatro como profesional, pero decir que su progreso había sido irregular sería quedarse corto. En aquel momento, una de sus aspiraciones era simplemente aparecer alguna vez en una cartelera en el O2 Arena antes de retirarse, solo para poder decir que lo había logrado.

No era que no soñara en grande, pero entre el boxeo, los entrenamientos, los sparrings y su trabajo en el mundo corporativo londinense, apenas tenía tiempo para descansar.

No lo sabía entonces, pero un extraño mensaje de Facebook de un hombre llamado Vlad, escrito en un inglés torpe, estaba a punto de cambiarlo todo.

“Hello Mr Fabio,” decía el mensaje. “Come want to sparring Ukraine Oleksandr Usyk. Four weeks. We pay.”

En otro momento, lo habría borrado de inmediato. Aunque estaba casi seguro de que se trataba de una broma, Wardley tomó una captura de pantalla y la envió a un miembro de su pequeño equipo, pidiéndole que lo investigara. Resultó ser una oferta real, y pronto compartiría el ring con el campeón indiscutido del peso crucero del mundo, Oleksandr Usyk, mientras este se preparaba para enfrentar a Tony Bellew en noviembre de ese año. Pero había un problema.

“Tenía que trabajar”, recuerda Wardley, durante una entrevista con este periodista en 2022. “Ese fue realmente el punto de inflexión para mí, porque él quería que fuera durante un mes, pero yo seguía trabajando en una oficina. Les pedí un mes libre, me dijeron que no podían dármelo, así que simplemente dije: ‘Bueno, adiós entonces, me voy.’”

“En ese momento pensé: supongo que estoy apostando todo al boxeo, porque si no funciona me quedo sin dinero. Pero me dije, ‘vamos a dar el salto, al menos lo intentaré.’”

Ahora, 17 combates profesionales después, Wardley se ha ganado un enfrentamiento real con Usyk, quien ha pasado de ser campeón crucero a bicampeón indiscutido de los pesos pesados. La realidad es que, sin aquella invitación a hacer sparring, quizás nunca habría abandonado su trabajo de oficina.

“A los cinco días de aquel mensaje de Facebook ya estaba volando hacia Ucrania”, cuenta Wardley. “Pensé que habría cámaras por todas partes, que me recogerían en una limusina y que entrenaría en instalaciones de primer nivel.”

Como pronto descubriría, Usyk mantiene un estilo espartano en sus campamentos.

“Aterrizo en Ucrania con mi bolso y veo a un tipo con un cartel con mi nombre,” relata.

“Me acerco, no habla ni una palabra de inglés, solo gruñe. Miro alrededor buscando un coche bonito, pero no: me subo a una vieja furgoneta oxidada con las ventanas ennegrecidas.

El cinturón de seguridad casi no se abrocha, los asientos tienen agujeros… y de pronto me doy cuenta de que soy un tipo solo que respondió a un mensaje de Facebook; podría estar llevándome a cualquier sitio.”

“Pero me llevó al hotel, y todo parecía estar bien. No había conocido a nadie, no sabía realmente qué hacía allí. El conductor solo me dijo que estuviera de nuevo a las 4 p.m. Al día siguiente, ahí estaba, y finalmente conocí a Usyk y a su equipo.”

Para un profesional a tiempo parcial, Wardley se desenvolvió tan bien que lo mantuvieron las cuatro semanas completas. Incluso volvería a pasar otro mes con Usyk en un campamento posterior.

“No podrían haber sido más amables,” añade. “Después del sparring cenábamos todos juntos, nos sentábamos a comer. Fue una gran experiencia.”

Al regresar a casa tras aquel viaje —su primera experiencia internacional de sparring—, estaba sin trabajo, descontento con su equipo de representación y necesitado de consejo. Llamó a Dillian Whyte, un veterano con quien ya había compartido el ring, y conversaron largo y tendido sobre sus opciones. De repente, Whyte colgó.

Diez minutos después, el Body Snatcher volvió a llamar y le propuso ser su mánager. Una vez cerrado el acuerdo, le preguntó cuándo estaría listo para pelear. Por suerte, gracias al mes de sparring con Usyk, Wardley estaba en plena forma.

Curiosamente, su primera pelea bajo la dirección de Whyte sería en el O2 Arena, aquel lugar que antes consideraba su meta final. Y no solo eso: formaría parte de la cartelera del segundo combate entre Whyte y Derek Chisora.

En un giro del destino, los dos veteranos pesos pesados prácticamente acordaron su trilogía durante la transmisión televisiva de la impresionante victoria de Wardley sobre Joseph Parker el pasado fin de semana.

El triunfo significa que Wardley dará un paso hacia lo desconocido: pelear por un título mundial por primera vez. Pero frente a Usyk, se enfrentará a un hombre con el que ya compartió muchos asaltos.

Casi siete años después de aquel mensaje de Facebook, Wardley es plenamente consciente de la magnitud del reto.

“Cuando voy a hacer sparring con Tyson Fury, Anthony Joshua o Usyk, mi cerebro trabaja al 100%,” dice. “Pero con Usyk, funciona al 250%.

Tengo que estar completamente concentrado, atento a cada detalle. He hecho dos campamentos con él en Ucrania, y siempre diré que fue el sparring más difícil. No porque con Fury o AJ no debas estar alerta —ellos pueden apagarte las luces en un segundo—,

sino porque Usyk representa otro tipo de amenaza. Puede golpearte ocho veces en ocho sitios distintos antes de que te des cuenta; de repente está detrás de ti y te preguntas ‘¿qué está pasando aquí?’

Tienes que estar pendiente de todo: su movimiento, su cabeza, sus pies, su mano adelantada, hacia dónde va, hacia dónde no va.”

“Además, lo hace todo a un ritmo implacable. Está sobre ti todo el tiempo. Con muchos pesos pesados puedes tomarte pequeños respiros, pero a Usyk no le importa si estás cansado o no: siempre está encima de ti. Es el rival más duro con el que he hecho sparring.”

El sparring, como dice el viejo refrán, es solo sparring… pero si Wardley logra sorprender al mundo y destronar a Usyk de verdad, el ucraniano solo tendrá que culparse a sí mismo por haberle abierto la puerta en primer lugar.