Katie Taylor ya ha tenido suficiente. En una carrera caracterizada por ser la joven irlandesa de voz suave que dejaba que sus puños hablaran por ella, en la antesala de su pelea número 26 como profesional, finalmente ha mostrado algo del fuego fuera del ring que siempre entregó entre las cuerdas.

“Supongo que estoy harta de las quejas y lamentos del equipo de ella”, dijo Taylor en el Teatro del Madison Square Garden el miércoles, apenas dos días antes del evento principal de esta noche en el gran salón del MSG contra Amanda Serrano.

Debería ser una celebración para la oriunda de County Bray. Ha ganado todo lo que se puede ganar como amateur y profesional, tiene su lugar asegurado en el Salón Internacional de la Fama del Boxeo una vez que termine su carrera, y lo más importante, lleva una ventaja de 2-0 en sus dos primeras peleas con la puertorriqueña Serrano.

Pero la naturaleza tan cerrada de esos dos primeros combates ha hecho que el equipo de Serrano se sienta cómodo creyendo que ellas son las que tienen la ventaja de 2-0 o, al menos, que están igualadas con Taylor de cara a la tercera pelea. Eso no le sienta nada bien a Taylor.

“Tengo mi propia opinión sobre lo que Amanda y su equipo han estado diciendo, pero el hecho es que voy 2-0 contra ella”, dijo Taylor. “Las opiniones son opiniones, pero los hechos son hechos, y no se puede escapar de esos hechos. Lo único que importa es que voy 2-0 contra ella, llego a esta pelea invicta ante Serrano y planeo seguir invicta contra ella este viernes por la noche”.

Como siempre, Taylor dice lo correcto, pero se le nota en la cara que esta vez hay un filo distinto en su actitud. Eso podría ser la mejor noticia posible para Serrano, porque siempre se ha tenido la sensación de que si Taylor se apegaba a su plan de pelea, escuchaba a su entrenador Ross Enamait y evitaba ir al choque, tal vez habría ganado ambas peleas de forma más convincente —y me atrevo a decir— fácilmente.

Si lo hubiera hecho, tal vez nos habríamos perdido una de las grandes rivalidades en la historia del boxeo, hogar de las peleas número 1 y 2 en la lista de los mejores combates femeninos de todos los tiempos. Y no se estarían enfrentando por tercera vez, mucho menos encabezando una cartelera completamente femenina en el Garden que será transmitida a millones por Netflix.

Eso es el deporte y por eso lo amamos. Aun así, Taylor sabe que esta pelea es una oportunidad para hacer lo que no hizo en varios de los primeros 20 asaltos.

“Solo tengo que hacer lo que siempre he hecho, y siento que la gente aún no ha visto lo mejor de mí, y no puedo esperar a mostrarlo este viernes por la noche”, dijo. “Definitivamente puedo hacer que la pelea sea mucho más fácil para mí, y no puedo esperar a entrar ahí y rendir al nivel que sé que puedo rendir — dar la mejor actuación de mi carrera”.

Casi suena como si la campeona indiscutida del peso superligero fuera la retadora esta noche, y en muchos sentidos lo es, habiendo aceptado un peso pactado de 136 libras, además de ser presentada primero en la conferencia de prensa y también esta noche.

“Sé que voy a salir al escenario primero aquí y seré anunciada en el ring el viernes por la noche también”, dijo Taylor. “No me importa nada de eso. Mi mentalidad no cambia, estas cosas son tonterías, en realidad. Voy a entrar ahí con la mentalidad de una campeona, voy a darlo todo, y estoy tan hambrienta como siempre”.

Taylor no está acostumbrada a estar en una situación como esta, pero como ella misma dijo, para una boxeadora de su calibre, todo eso es solo decoración antes de que ocurra lo que realmente importa. El campeón de peso pesado Larry Holmes fue presentado primero antes que el retador Gerry Cooney en su pelea por el título en 1982, y Holmes salió a hacer su trabajo y detuvo a Cooney en el decimotercer asalto.

Taylor no tiene 15 asaltos para trabajar, ni siquiera rounds de tres minutos, algo que ha sido motivo de queja por parte de Serrano, quien quería 12 asaltos de tres minutos para esta tercera pelea. Taylor rechazó esa petición y no se disculpa por ello.

“Gané la segunda pelea,” dijo Taylor. “Creo que habría sido muy distinto si ella fuera la campeona. Ella no está en posición de dictar los términos de una pelea. Yo soy la campeona y ella no.”

En otras palabras, Taylor eligió sus concesiones en las negociaciones. Le cedió algunas cosas a Serrano y se quedó con otras para ella. Nuevamente, así es este juego, y a estas alturas, Taylor conoce el negocio mejor que la mayoría, y lo más importante es que ganar lo resuelve todo.

¿Pero por cuánto tiempo? Taylor tiene 39 años, ha estado en su buena cuota de guerras, y probablemente esta noche esté en otra más. Sumemos a eso la historia de haberse reunido con su padre Peter, con quien estuvo distanciada durante mucho tiempo, y muchos están especulando que, gane o pierda, esta podría ser la última vez que la veamos sobre un ring.

Pero podemos especular todo lo que queramos, porque Taylor ha vuelto a ponerse su rostro de póker.

“Creo que todos quieren pelear conmigo,” dice riendo. “Solo puedo pelear con una persona a la vez, así que superemos la noche del viernes y luego puedes hacerme esa pregunta.”