Lo primero que hizo Tunde Ajayi cuando Anthony Yarde entró al Peacock Gym para preguntar si podía entrenar con él fue decirle al joven de 23 años que regresara cuando ganara algo.

En 2013, el entrenador del este de Londres estaba abrumado con peleadores que buscaban trabajar con él, después de que trajera de vuelta a la capital inglesa las famosas “Mayweather pads”, tras pasar tiempo estudiando en un gimnasio de Las Vegas.

Yarde, casualmente, era uno de ellos. Pero Ajayi estaba demasiado ocupado como para dedicar tiempo a un amateur del que jamás había oído hablar.

“Vuelve cuando ganes algo” serían las palabras que pondrían en marcha toda la historia.

Ese verano, el chico de Forest Gate subió la colina hasta Alexandra Palace y ganó la prestigiosa Haringey Box Cup, noqueando a todos sus rivales camino al oro. Dado lo raro que es conseguir tal hazaña en los 18 años de historia del torneo, Ajayi supo de inmediato que podía tener un talento entre manos.

“¿Ahora sí me entrenarás?”, preguntó Yarde, medalla en mano. Su primera sesión fue a las 5 de la mañana siguiente.

Desde entonces, ambos han sido inseparables mientras Yarde se convirtió en profesional y en una de las principales atracciones del boxeo británico. Tiene 30 peleas, con 27 victorias, pero dos derrotas en intentos de título mundial.

Hoy, en Riad, Yarde y Ajayi —o “uncs”, como le llama su pupilo— intentarán que la tercera sea la vencida, cuando enfrenten al campeón CMB David Benavidez en lo más alto de la cartelera de The Ring IV: Night of the Champions.

“Esta vez simplemente se siente bien”, dice Ajayi a The Ring. “Parece una situación en la que todos están alineados para hablar del otro chico, y nosotros venimos a arruinarles la fiesta.

»Seguimos llegando como queremos, sin intentar hablar como si hubiéramos ido a Cambridge. Somos exactamente los mismos que al principio. Siempre dije que todo es cuestión de tiempo, y esta vez simplemente se siente correcto.”

Cuando Yarde perdió ante Sergey Kovalev en su primer intento mundialista en 2019, hubo llamados para que rompiera relación con Ajayi y buscara un nuevo entrenador.

Esas voces se hicieron aún más fuertes cuando Artur Beterbiev lo detuvo en el octavo asalto cuatro años después.

Pero Yarde, un modelo de lealtad en un deporte que la cobra caro, siempre ha permanecido junto al entrenador que lo mandó de vuelta hace 12 años.

“Creo que la consistencia ha sido clave para nosotros”, afirma Ajayi.

“Enséñame en qué nuestro camino juntos no ha sido espiritual. No podrías escribirlo, la manera en que todo ha sucedido.

»La relación que ambos hemos desarrollado con los años, las cosas que hemos superado, las batallas fuera del ring, las legales, las personales, todo lo que eso conlleva.

»Para dos personas, entrenador y peleador, que no son padre e hijo, mantenerse unidos a través de todo esto demuestra nuestra fuerza. Y que todo culmine en esta pelea… vamos, esto es algo especial.

»Creo que somos un ejemplo para mucha gente: si te mantienes firme, si realmente crees en ti mismo y en lo que haces, no hay nada ni nadie —aparte de la fuerza invisible— que pueda detener esto. Esto no es una película, es nuestra vida real.”

Yarde, de 34 años, se ha mostrado relajado durante la promoción. Esta podría ser su tercera y última oportunidad para ganar un título mundial pero, si siente presión, no la ha mostrado.

“Así es Ant”, añade Ajayi. “Siempre ha sido una persona humilde.

»Le digo a su madre todo el tiempo que no sé qué jugo de zanahoria o Guinness punch le daba cuando era niño, pero su hijo es uno entre un millón.

»En mi vida nunca he conocido a alguien de quien jamás haya escuchado una palabra mala acerca de nadie. Simplemente no tiene sentido. Es una persona maravillosa.

»Lo que ha logrado en su vida no podría haberle sucedido a alguien mejor, y creo que ahora está recibiendo las recompensas por todo lo que ha entregado. Cuando gane este título mundial, nadie lo habrá merecido más.

»Y cuando recuerdas mi frase de ‘vuelve cuando ganes algo’… esto es lo único que le queda por ganar.”