GLASGOW, Escocia — Aunque el viejo dicho asegura que un empate suele sentirse como una derrota, no todos los empates son iguales.
La primera velada estelar de
Nathaniel Collins en el Braehead Arena, ante más de 5,200 espectadores, estaba diseñada para que el favorito local ofreciera otra actuación contundente y un nocaut espectacular, como el que logró en mayo, impulsándolo hacia una oportunidad por el título mundial bajo el sello de Queensberry Promotions.
Sin embargo, el escocés de 29 años lamentó haber ignorado su instinto y permitió que
Cristóbal Lorente (20-0-3, 8 KOs) regresara a una pelea que parecía tener controlada 5-1 después de seis asaltos.
Tras agradecer al público durante la transmisión por DAZN, Collins (17-0-1, 8 KOs) reflexionó con frustración en el ring ante las cámaras de Queensberry.
“Estoy destrozado, busqué demasiado el nocaut y no debía hacerlo, solo tenía que soltar las manos,” reconoció.
“En mi cabeza pensaba: ‘¿Qué estoy haciendo?’ Pero crecí viendo a Timothy Bradley contra Ruslan Provodnikov, Shawn Porter… tipos duros, de guerra. Todos recordarán esta pelea. Estamos en el negocio del entretenimiento: si eso llena asientos y me permite volver aquí, lo consideraré una victoria.
“Estaba demasiado ansioso, peleando en casa, en mi primer estelar, quería otro nocaut para el video destacado y esperé demasiado el golpe perfecto. No fue mi mejor actuación.”
Durante la preparación, Collins insistió que no veía este combate como una simple defensa del título europeo, sino como un eliminatorio final rumbo a un título mundial frente a figuras como
Stephen Fulton,
Rey Vargas o
Bruce Carrington. Quizá esa presión le jugó en contra.
Lorente, actual campeón europeo, llegó como un desconocido para el público británico, pero con un historial sólido. Ya había demostrado coraje y resiliencia, levantándose de la lona para vencer al invicto Mauro Forte en julio de 2024 y conquistar el cinturón continental.
El dos veces retador mundial
Sandor Martín actuó como su traductor, y aunque sus palabras parecieron optimistas en la conferencia final,
Collins comprobó de primera mano la fortaleza mental del barcelonés.“Fue mejor de lo que pensaba,” admitió Collins. “Lo había visto lastimado antes, así que creí que tenía ese plus para sacarlo de la pelea, pero no.”
Por su parte, Lorente se mostró satisfecho con el resultado, su tercer combate fuera de España en sus últimas cuatro presentaciones, y dejó entrever su deseo de un combate en casa.
“Comencé lento, tratando de imponer mi estilo. Después del sexto asalto supe que debía hacer más que en la primera mitad, aumentar la intensidad a los ojos de los jueces,” explicó a
The Ring.
El plan siempre fue empezar con calma y tomar el control gradualmente, resistiendo lo mejor de Collins antes de imponer su propio ritmo, aprovechando su ventaja de 9 centímetros de altura y mayor experiencia profesional.
Tras sobrevivir a un frenético sexto asalto —posiblemente el mejor del combate—, su entrenador Rafael Marcin le pidió “ir con todo hasta la campana final” y demostrar mayor fortaleza mental que el local.
El ritmo de Collins disminuyó visiblemente mientras un paciente Lorente se adueñaba del combate, ganando los asaltos 8 al 10 y borrando la cómoda ventaja del escocés.
La multitud, que al principio rugía con entusiasmo, comenzó a silenciarse al notar el cambio de impulso. Collins buscaba aire, víctima de su propio gasto de energía en los primeros asaltos.
Ambos peleadores creen que pueden mejorar en una revancha.
“Por supuesto, ¿por qué no? Solo falta saber quién la pagará,” respondió el equipo de Lorente cuando se les preguntó si aceptarían repetir la pelea, convencidos de que merecieron al menos el empate, reflejado en las tarjetas.
“Para nosotros, es un resultado justo. Le dio muchos problemas al contendiente número 1 del CMB, y eso ya es un gran resultado. Al final, es lo que la pelea merecía: nadie debía perder,” añadió Sandor Martín.
El empate deja más preguntas que respuestas, pero para Cristóbal Lorente, el resultado fue un paso adelante y una demostración de carácter en territorio enemigo.