El próximo 12 de julio, la división de peso ligero ofrecerá uno de los enfrentamientos más fascinantes y contrastantes en cuanto a estilos que se puedan presenciar en la élite del boxeo mundial, cuando
Shakur Stevenson y
William Zepeda encabecen
el evento Ring III en el estadio Louis Armstrong de la ciudad de Nueva York.
Stevenson es uno de los peleadores más dotados defensivamente y técnicamente eficientes del boxeo actual, mientras que Zepeda se ha consolidado como uno de los golpeadores de mayor volumen en el deporte.
El ascenso de Stevenson a títulos mundiales en tres divisiones ha parecido casi rutinario: neutraliza la ofensiva rival y los castiga con golpes iniciales y contragolpes precisos, alcanzando una eficiencia de +21.1 según CompuBox, la mejor del boxeo.
Por su parte, la “superpotencia” de Zepeda es su descomunal volumen ofensivo: lanza un promedio de 93.5 golpes por asalto en sus 14 peleas contabilizadas por CompuBox.
Esta combinación de estilos —y lo que representan— ha sido durante tiempo una fantasía para los aficionados. Los “magos defensivos” como Stevenson fascinan a los puristas, frustrando a oponentes de alto nivel al punto de dejarlos prácticamente sin efectividad ofensiva.
Para quienes prefieren un estilo más agresivo, estos estilistas pueden resultar exasperantes, pues su enfoque muchas veces busca inhibir la acción, no forzarla.
Stevenson ha sido comparado con Floyd Mayweather en cuanto a métricas de CompuBox, y como él, genera reacciones polarizadas entre el público.
Como sucedía con Mayweather, mientras más se extiende el dominio de Stevenson, más se intensifica la discusión sobre quién podría derrotarlo —y sobre todo, cómo hacerlo. Cuando un peleador es tan esquivo, el pensamiento lógico tiende a simplificarse: ¿y si simplemente se le lanzan más golpes?
El problema nunca ha sido la voluntad de los rivales de lanzar más. El problema es que Stevenson no los deja o los desanima a tal punto que no lo hacen. Pero no todos los boxeadores están diseñados para —o siquiera pueden— lanzar tanto en cada asalto. Y en el presente, nadie lanza más —ni quiere lanzar más— que Zepeda.
Por eso este combate ha generado tanta expectativa. Plantea una interrogante directa a los gustos estilísticos del público:
¿Podrá el mejor defensivo del mundo frenar una ofensiva en torbellino? ¿O logrará una cascada interminable de golpes perforar finalmente el escudo?
Muchos creen que Stevenson se convertirá en uno de los grandes nombres de esta generación. Si bien no figura actualmente
en el Top 10 libra por libra de The Ring, sí aparece en las listas personales de varios analistas, y ha estado clasificado por la revista anteriormente.
Pese a algunas lesiones en sus manos que han limitado su actividad, su estilo y habilidad proyectan longevidad y éxito sostenido.
Si Zepeda pretende destronarlo y proclamarse como el nuevo monarca del peso ligero, deberá seguir siendo una excepción.
El volumen de golpeo que ofrece Zepeda resulta electrizante en televisión, pero es una rareza entre los verdaderos élites, y aún más entre los históricos.
De los peleadores evaluados contemporánea o retrospectivamente por CompuBox, quizá los mejores referentes de volumen extremo que llegaron al Salón de la Fama sean Aaron Pryor y Danny “Little Red” López.
Pryor promedió 88.6 golpes por asalto en 12 combates registrados; López llegó a la asombrosa cifra de 104.1 por round en sus doce peleas más significativas.
Pero los datos de López también revelan los riesgos defensivos de ese enfoque. Sus rivales conectaron el 44% de sus golpes totales, el 35% de sus jabs y el 49% de sus golpes de poder. Esos porcentajes duplican los de López en algunos rubros (25% total, 15% jabs), aunque su ritmo, quijada y pegada compensaban sus carencias defensivas —o su indiferencia hacia ellas.
Pryor, más técnico que López pero igual de voraz, absorbió solo el 27% de los golpes totales, 15% de jabs y 35% de golpes de poder.
Es extremadamente difícil ser voluminoso y a la vez sólido en defensa, lo que explica por qué escasean los peleadores de presión total en la cima del deporte. Eventualmente, los errores defensivos se pagan caro frente a la élite.
Sin embargo, lo que hace a Zepeda particularmente interesante es que, en comparación con otros de su tipo, no recibe tantos golpes.
Si bien es cierto que
Stevenson será, con diferencia, el rival más exigente que haya enfrentado (y que sus estadísticas no son frente a figuras históricas como Pryor o López), los oponentes de Zepeda han conectado apenas 21% de sus golpes totales, 12% de sus jabs y 28% de sus golpes de poder.
Para ponerlo en perspectiva, ese 21% lo coloca casi en el Top 10 defensivo del boxeo actual, justo detrás de Devin Haney, quien ostenta un 20.6%.
Si buscamos una explicación numérica del por qué Zepeda ha podido mantener ese control relativo, puede estar en su jab.
Solemos asociar a los golpeadores voluminosos con el combate cerrado y los ganchos al cuerpo. Y Zepeda sí lanza un promedio de 55.4 golpes de poder por round (el tercero más alto del boxeo), pero también usa el jab para entrar, lanzando 38.5 por round, segundo solo detrás de
Kenshiro Teraji, quizás el mejor jabber del deporte hoy en día.
¿Cómo funcionará eso frente a Stevenson, quien absorbe solo 5.4 golpes por asalto, y recibe apenas el 14% de los lanzados?
¿Y podrá Zepeda resistir —defensivamente y con el mentón— ante un hombre que conecta el 46.7% de sus golpes de poder?
En términos musicales, Zepeda es el baterista, marcando los golpes por minuto; Stevenson, el bajista, dominando el tempo.
Pero… ¿a qué volumen se tocará esta sinfonía de puños? ¿Será una melodía que todos podamos seguir al compás… y disfrutar?