Oleksandr Usyk parece estar llegando al final de su camino mientras cumple con múltiples compromisos mediáticos en el hotel Hilton de Wembley, Londres, en los días previos a su combate contra
Daniel Dubois.
Usyk (23-0, 14 KOs) se encuentra por cuarta vez en Inglaterra para enfrentar a uno de los mejores boxeadores británicos, esta vez con el objetivo de convertirse
en campeón indiscutido por tercera ocasión.
El ucraniano se acerca tranquilamente a un grupo de periodistas que esperan extraer hasta su última palabra, justo cuando se apaga un gran foco LED que iluminaba su rostro, marcando el fin de la entrevista anterior.
Aunque Usyk pueda estar agotado de tanto ajetreo, sabe que forma parte de su profesión. Y enseguida su expresión cambia cuando surge el tema de su familia, de la que lleva tiempo alejado.
“Siempre llamo a mi esposa temprano por la mañana,” dice. “Cuando nuestra hija pequeña se despierta, siempre quiere ver a su papá. Siempre es por la mañana, por la noche, a veces incluso al mediodía si tengo un descanso.”
“[Mis hijos] estuvieron conmigo en el campo de entrenamiento en Valencia y luego se fueron. Estuvieron una semana, luego uno fue a entrenar para el campeonato español de judo. Uno se quedó conmigo y luego volvieron dos días antes de irse otra vez.”
“Siempre ha sido muy difícil, pero siempre tengo en mente que debo concentrarme en el entrenamiento. Elegí este camino para ser quien soy ahora. A veces tenemos que renunciar a cosas para conseguir cosas mejores. Y a veces son las personas más cercanas a nosotros las que pagan ese precio.”
El sacrificio duele, pero Usyk sabe por qué lo hace.
“Cuando era muy pequeño, mi familia era bastante pobre,” añade. “A veces no había dinero ni para comprar pan. Ahora trabajo tan duro para que a mis hijos no les falte ni el pan ni la mantequilla.”
Sus hijos, dos varones —Kyrylo y Mykhalio— y dos hijas —Yelizaveta y Maria— son su mayor orgullo. Pero reconoce que, si quieren llegar tan alto como él, necesitarán toda una vida de esfuerzo. Y aun alcanzando la cima, no lo es todo.
“Mi hijo mayor quiere ser campeón olímpico de judo y el pequeño quiere ser campeón olímpico de boxeo,” dice con una sonrisa. “Siempre les digo que para llegar allí hay que trabajar muchísimo y que, a veces, ser famoso no es tan divertido.”
Aunque Usyk habla de trabajo duro y dedicación, la fe también ha sido clave en su éxito. De niño, sus amigos no creían en esas metas, simplemente no estaba en su naturaleza pensar en lo impensable.
Usyk era el diferente.
“En el lugar de donde vengo, la gente ni siquiera cree que pueda mudarse de ciudad,” comenta.
“Yo no escribía ‘Seré campeón’, sino ‘Soy campeón del mundo’. Cuando alguien decía ‘Oleksandr Usyk quiere ser campeón del mundo’, yo respondía ‘No, yo soy campeón del mundo’. De diez chicos en la misma zona, yo era el único que lo decía; los demás no hacían nada ni lo creían. Sergey Lapin, uno de los nuestros aquí, fue el único que dijo ‘Creo que tú sí lo lograrás’.”
“Cuando empecé a boxear, lo único que quería era darle un puñetazo a alguien en mi patio trasero. Pensaba que, si hay siete mil millones de personas en el planeta y yo puedo ser campeón del mundo, es algo muy bueno.”
No solo se convirtió en campeón mundial, sino que ganó todos los cinturones en el peso crucero antes de repetir la hazaña en los pesos pesados, consolidando su legado como uno de los grandes de su generación en apenas 23 combates. Ha sido un camino impresionante, pero Usyk admite que este capítulo de su vida está llegando a su fin.
“Dos peleas más,” asiente. “Esta y la siguiente. Ahora mismo, mi único enfoque es Daniel.”
Dubois llega con una ola de confianza tras encadenar tres victorias por nocaut, la última de ellas ante Anthony Joshua en un espectacular combate en Wembley hace diez meses.
“Caos,” promete Dubois.
“Es la voluntad de Dios,” responde Usyk.
Ambos ya se enfrentaron. Hace casi dos años, en Wroclaw, Polonia, Usyk detuvo a Dubois con un jab en el noveno asalto de su combate por el título mundial. Y más allá del renacer de Dubois, el interés por la revancha gira en torno a lo ocurrido en el quinto asalto de aquel duelo en agosto de 2023.
Golpe al cuerpo o golpe bajo, decide tú. En última instancia, este capítulo de la carrera de Usyk llegará a su desenlace el sábado por la noche. Él admite que Dubois, a quien le dio consejos tras derrotarlo, es un hombre diferente al que enfrentó aquella noche ante 43,000 aficionados.
“Antes de la pelea,” dice Usyk, “le dije que si perdía, se retiraría del boxeo. Cuando terminó el combate, le dije que no cometiera ese error, que no se retirara, que siguiera trabajando.”
“Creo que Daniel ha cambiado, porque ha madurado un poco, y ahora tiene un cinturón de campeón. Pero yo tampoco me he quedado quieto. No me he quedado en el mismo lugar, también he crecido.”
Así que, con la penúltima etapa de la carrera de Usyk a punto de completarse, la atención se centra en qué hará el campeón olímpico una vez cuelgue los guantes. Usyk ha sido campeón de los pesos pesados durante cuatro años y cuesta imaginar que se retire por una derrota.
“Entrenaré a jóvenes boxeadores y les transmitiré la experiencia que he adquirido,” dice el ucraniano de 38 años.
¿Y cómo sería su vida sin el boxeo desde el principio?
“Hay tres opciones: películas, música o prisión.”
Gane o pierda el sábado, convertirse en una inspiración para la próxima generación de talentos pugilísticos de Ucrania está en lo más alto de su agenda tras el boxeo.
“Cuando me encuentro con boxeadores jóvenes, les digo: ‘No importa la edad que tengas, puedes hacer lo que quieras — todo es alcanzable’,” afirma el número 1 libra por libra de
The Ring.
“Tienes que trabajar. Lo peor que puedes pensar es dejar algo para mañana. Tienes que hacerlo ahora mismo. Si quieres hacer algo, escríbelo en un papel y llévalo siempre contigo — no olvides que querías hacerlo, y hazlo ya.”