El excandidato al título mundial Caleb Truax llevaba una década como profesional y se había quedado corto en dos ocasiones al dar el salto frente a oposición de clase mundial, sufriendo derrotas por nocaut técnico primero ante Daniel Jacobs en abril de 2015 y luego frente a Anthony Dirrell al año siguiente.

James DeGale, por su parte, se había convertido en el primer medallista olímpico británico de oro en conquistar un título mundial profesional. El británico arrastraba una lesión de hombro que requirió cirugía y, a su regreso, Truax fue elegido como defensa voluntaria del título, en gran medida porque se le consideraba un rival que no supondría una amenaza real para el campeón.

Truax inició el campamento en el Lyke’s Boxing Gym, en la cercana Coon Rapids, con un peso aproximado de 190 libras y pasó siete semanas preparándose bajo la tutela del entrenador Tom Halstead.

“Fue un campamento realmente bueno; estaba súper motivado para ganar un título mundial en mi segunda oportunidad”, contó Truax a The Ring. “Acababa de comprar una casa y mi hija primogénita había nacido un año antes. Necesitaba el dinero y tenía hambre de ir allí y cambiar mi vida”.

Truax y su equipo volaron de St. Paul a Chicago, donde tuvieron una escala de varias horas antes de viajar en clase económica a Londres-Heathrow, llegando a la capital inglesa el lunes por la mañana de la semana de la pelea.

Ya en Londres, Truax no se alejó demasiado del hotel, salvo para entrenar en el gimnasio Peacock.

Pelear en el extranjero conlleva su propio conjunto de problemas en cuanto a protocolos locales.

“En Estados Unidos no tenemos nada parecido a la BBBofC y nadie me dijo que tenía que dar un peso de control el miércoles para estar dentro de un margen determinado de las 168 libras”, explicó. “Creo que tenía que marcar 173 el miércoles y, normalmente, yo recortaría eso el último día o incluso, a veces, la mañana del combate.

“Me lo dijeron el martes por la noche: ‘Oye, tienes que pesarte mañana y si no estás en 173 no puedes disputar el título’. Y yo pensé: ‘¿Qué?’. Tuve que bajar peso dos veces. El martes tuve que subirme a la cinta y ponerme el traje de sauna para perder un poco”.

Tras cumplir con el peso de control, Truax acudió a la conferencia de prensa del jueves sintiéndose profundamente menospreciado.

“Al cien por cien. No podía creerlo, la forma tan displicente en la que hablaba del combate que tenía delante”, dijo el no favorito 16/1 en las apuestas. “Recuerdo que hablaba de a quién iba a enfrentar después, de que quería volver a pelear con George Groves y de cuánto dinero necesitaba ganar en su carrera antes de pensar en retirarse.

“Yo estaba sentado allí pensando: ‘Oye, tienes que pelear conmigo en dos días; más vale que te preocupes por mí, no por quién vas a enfrentar después ni por cuánto dinero vas a ganar’. Me pasó por alto. Era como si ni siquiera estuviera allí”.

Al día siguiente, en el pesaje, Truax dio una libra por debajo del límite supermediano de 168 libras, mientras que DeGale marcó exactamente el peso.

En la reunión de reglas, Truax se enteró de que no podría usar su marca habitual de guantes.

“Yo era atleta de Everlast y tenía guantes Everlast Elite para usar, y me los rechazaron”, dijo. “Así que terminé usando guantes Grant, los mismos que DeGale, algo para descolocarme un poco”.

Truax se despertó el día de la pelea, desayunó y luego fue a nadar para quemar la comida.

Esa noche, realizó el corto trayecto desde su hotel hasta la arena y llegó antes de la hora indicada.

“Recuerdo que me pidieron la música y mandé a mi cutman a llevarles la canción con la que quería salir.

“No me dijeron nada hasta el momento de bajar por el túnel. Estoy esperando a que suene mi música y me dicen: ‘Tienes que salir’. Y yo: ‘Esta no es mi música’. Y me responden: ‘La entregaste demasiado tarde’. Nunca dejé que esas cosas me afectaran”.

Truax fue entrando en la pelea durante los primeros asaltos antes de imponer su autoridad en el combate.

“Recuerdo que después del primer asalto e incluso del segundo pensé: ‘Perdí esos dos rounds en las tarjetas’, pero estaba muy contento con cómo iba la pelea”, explicó. “Le estaba haciendo trabajar muy duro para ganar esos primeros asaltos y mantenerse en la pelea.

“Luego, el quinto asalto fue cuando lo lastimé de verdad y casi lo saco de ahí; le di una paliza de principio a fin del round. Crédito para él: le conecté algunos de mis mejores golpes, los aguantó, le rompí la nariz y lo castigué duramente al cuerpo, pero siguió avanzando.

“No hubo ni un solo momento en toda la pelea en el que yo sintiera que él tenía el control”.

El hambre del retador lo llevó a cruzar la meta, y se le otorgó una decisión mayoritaria a 12 asaltos.

“Recuerdo ir a Londres con 400 dólares en mi cuenta; tuve que pedir prestado el mes anterior a uno de mis antiguos entrenadores para pagar la hipoteca”, reflexionó.

“Tenía hambre, estaba sin dinero, y eso hace a un peleador peligroso; necesitaba esa victoria más que él”.

Unos días antes, Truax había decidido prolongar su estancia en Londres junto a su entrenador por algunos días extra. Tras el triunfo, disfrutó el tiempo.

“Encontramos muchos lugares para comer”, dijo. “Caminamos, vimos un poco la ciudad, nos subimos al metro”.

La recepción fue muy distinta cuando regresó a casa.

“Todos los periódicos y canales de televisión locales estaban en el aeropuerto para entrevistarme al bajar del avión”, recordó. “Salió en todas las noticias, entrevistas por todos lados. Una semana después hicimos una gran fiesta en una cervecería local —uno de mis patrocinadores—; vinieron 200 personas a beber cervezas y celebrar”.