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Subriel Matías se recupera de manera sangrienta en Fajardo
Columna
Corey Erdman
Corey Erdman
RingMagazine.com
Subriel Matías se recupera de manera sangrienta en Fajardo
Pocas personas han experimentado los altibajos de la vida como Subriel Matías. Ha estado al borde de la muerte tras ser baleado y también ha sido un atleta de élite. Ha estado tras las rejas durante 19 meses y luego ha sido un hombre libre ganando bolsas de seis cifras. De encontrar violencia en las calles a que le paguen por generarla legalmente. De ser un novato desconocido con poca experiencia amateur a convertirse en un prospecto con potencial de título mundial.

Esos cambios drásticos en su historia no han cesado ni siquiera en su etapa como un boxeador de élite en las 140 libras. Matías ha sido el peleador del que los aficionados decían que tu boxeador favorito tenía miedo, pero también aquel del que aseguraban que no era tan bueno como se pensaba. Después de su derrota ante Petros Ananyan en 2020, se recuperó con cinco victorias consecutivas por nocaut, una de ellas consiguiendo un título mundial y otra defendiéndolo.

Pero, entre los debates, siempre ha habido una verdad innegable sobre Matías. Independientemente de la opinión que se tenga de él, en el ring no hay engaños: es tan directo como se puede ser, ganando peleas con una mezcla de poder, agresividad, resistencia y una indiferencia hacia la defensa con tal de lanzar la mayor cantidad de golpes posible. Matías apela a los instintos más primarios y fundamentales, siendo la respuesta en carne y hueso a la pregunta de “¿qué pasaría si simplemente lo dieras todo en cada asalto?”.

El año pasado, en su derrota por el título ante Liam Paro, mostró una versión más moderada de sí mismo: seguía siendo agresivo y poderoso, pero mucho menos activo de lo habitual. Sin embargo, cuando uno vuelve a casa, la verdadera naturaleza tiende a salir, y Matías pareció la versión más aterradora de sí mismo nuevamente en su victoria por nocaut técnico en el octavo asalto sobre Gabriel Gollaz el sábado por la noche.

La pelea se celebró en la ciudad natal de Matías, Fajardo, Puerto Rico, en el Coliseo Tomás Dones (el mismo lugar donde debutó como profesional), en el evento estelar de una transmisión de Big Time Boxing USA en DAZN, presentada por su nuevo co-promotor Salita Promotions y su promotora local Fresh Productions. Al final de la noche, el término “pelea de Subriel Matías” fue la séptima búsqueda más popular en Google, junto con “Gervonta Davis vs. Lamont Roach” y otras consultas de interés como “Respuesta de Wordle” y “Nominaciones al Óscar 2025”.

Resultó que el Matías que él y sus seguidores buscaban seguía ahí. Desde la campana inicial, impuso un ritmo frenético, rozando lo temerario, caminando sin reparo hacia Gollaz. En los dos primeros asaltos, Matías mostró algunos movimientos defensivos básicos, saliendo ocasionalmente de su guardia para bloquear con los brazos cruzados, pero en cierto punto pareció decidir que prefería concentrarse únicamente en lanzar golpes al rostro de Gollaz.

La versión de Gollaz que se presentó el sábado por la noche habría complicado a la mayoría de los peleadores en las 140 libras, como lo había hecho en sus últimas cinco peleas venciendo a diversos rivales al borde de la contienda. Sin embargo, aunque conectó golpes limpios y rectos desde la larga distancia, Matías los absorbió sin intentar evitarlos, viéndolos simplemente como un pequeño precio a pagar para acercarse y hacer su propio trabajo, mucho más dañino.

Estos son los dilemas que enfrentan los oponentes de un Matías concentrado. Los peleadores defensivos juegan un juego de ofrecer y quitar, presentando un objetivo falso para hacer que su rival falle y luego castigarlo cuando esté fuera de posición. Matías hace algo similar, pero sin molestarse en esquivar los golpes. Presenta un blanco tan fácil de alcanzar que su oponente no puede resistirse a golpearlo, pero ese es el engaño: Matías apuesta a que saldrá mejor parado en cada intercambio, tanto en volumen como en efecto, incluso si al principio no parece así. Antes de que sus rivales se den cuenta, comienzan a desmoronarse, creyendo erróneamente que estaban teniendo éxito, mientras que él sigue avanzando sin disminuir el ritmo.

Si uno mostrara los golpes de Gollaz y los de Matías a un entrenador de boxeo, sin duda elogiaría la técnica del primero. Si se los mostrara a alguien sin contexto, probablemente pensaría que los de Gollaz causaban más daño. Cuando Matías golpea, lo hace con una ejecución tan fluida y breve que a veces parece que simplemente estuviera golpeando las manoplas en el calentamiento.

Sin embargo, al final del cuarto asalto, el rostro de Gollaz era un desastre. Tenía un corte espantoso sobre el párpado derecho y signos de hinchazón y decoloración en el ojo izquierdo. El médico de ring examinó a Gollaz y le permitió continuar en el quinto asalto. Matías suspiró y encogió los hombros, pero su gesto no reflejaba frustración por no haber conseguido aún la victoria por nocaut técnico. Más bien, su lenguaje corporal parecía el de alguien que no quería infligir más castigo a un oponente ya gravemente herido si no era necesario.

Era difícil separar la expresión de Matías de la trágica realidad de que estuvo involucrado en un incidente fatal en el ring. Su pelea de 2019 contra Maxim Dadashev terminó con el fallecimiento del ruso, un suceso que, según dijo en 2023 a Keith Idec de The Ring, “nunca deja de causarle dolor”. Es otra de las contradicciones de Matías: es quizá el peleador más violentamente implacable del deporte, pero también uno lleno de empatía. En ciertos momentos de los asaltos siguientes, parecía estar conteniéndose, mirando al árbitro y al médico como preguntando: “¿no es suficiente ya?”.

Antes del octavo asalto, el encargado de redes sociales Kel Dansby escuchó la conversación en la esquina de Matías, en la que le dijeron: “Es él o eres tú”. En otras palabras, lo mejor para todos era que terminara la pelea: lo sacaría del peligro y quizás salvaría a Gollaz de otros cinco asaltos de castigo con consecuencias impredecibles. Matías activó su modo mercenario y, tras conectar una derecha y un gancho de izquierda, Gollaz se desplomó sobre una rodilla mientras su esquina le imploraba que no se levantara antes del conteo de diez.

Y así, el péndulo de Matías osciló una vez más. Con esta victoria, se convierte en el retador obligatorio al título de la IBF de Richardson Hitchins, el hombre del saco vuelve a estar a la puerta.

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