Shakur Stevenson posee una memoria aguda. Por lo tanto, no sorprende que recuerde a la perfección muchos de sus combates pasados. Su capacidad para almacenar recuerdos le ayuda a identificar patrones en sus oponentes dentro del ring, pero también lo mantiene con los pies en la tierra.
A lo largo de su carrera, Stevenson (23-0, 11 KOs) casi siempre ha tenido la última palabra. Aunque esas victorias dominantes que reparte lo hacen sonreír, no olvida la ocasión en que no vio su mano alzada en señal de triunfo.
En 2016, poco antes de dar el salto al profesionalismo, Stevenson se clasificó para los Juegos Olímpicos. Para muchos, solo formar parte del equipo olímpico ya es motivo de celebración, pero para él no era suficiente. Su objetivo no era simplemente participar: quería conquistar el oro.
Todo marchaba conforme a sus planes, hasta que se encontró frente a Robeisy Ramírez. Stevenson tuvo que conformarse con la medalla de plata, y la derrota le provocó un dolor tan profundo que no pudo contener las lágrimas. A día de hoy, tanto aficionados como algunos rivales siguen bromeando sobre ese momento. Sin embargo, al mirar hacia atrás, Stevenson explica que estar tan cerca de alcanzar su sueño y no lograrlo fue un golpe devastador.
“Lloré porque era mi pasión,” explicó Stevenson en The Danza Project. “Era mi sueño. Mi sueño era convertirme en el próximo medallista olímpico de oro. Entregué todo de mí para lograr ese sueño. Llegas a ese momento cumbre en tu carrera, llegas a la final... y fallas. Eso fue lo que me pasó, fallé en el nivel más alto.”
Desde entonces, el fracaso se ha convertido en un término ajeno para Stevenson en el boxeo profesional. Hoy, a sus 27 años, ha dominado a cada oponente que se le ha puesto enfrente y ha conquistado títulos mundiales en tres categorías distintas.
En cuanto a su ética de trabajo y su talento natural, Stevenson considera que no tiene igual. Sin embargo, reconoce que esos dos factores no son los únicos responsables de su éxito. Según su propia visión, aquel fracaso olímpico le causó una herida profunda, pero también dio origen a una versión más fuerte de sí mismo.
“La verdad, me alegra que todo eso haya sucedido," continuó Stevenson. "Esa es la razón por la que soy quien soy hoy. Pienso que si hubiera ganado la medalla de oro olímpica, probablemente ya tendría una derrota en mi carrera ahora mismo.”