Molly McCann se dio a conocer en el frenético mundo de las Artes Marciales Mixtas, pero la popular peleadora de Liverpool espera con entusiasmo su debut —aunque tardío— en el deporte más “compuesto” del boxeo profesional. A sus 35 años, no ignora los peligros de esta nueva disciplina.
Este fin de semana enfrentará a Kate Radomska (7-4) en un combate pactado a seis asaltos de dos minutos, dentro de la cartelera Paddy Donovan–Lewis Crocker en Belfast, Irlanda del Norte, con transmisión exclusiva de DAZN.
En MMA, McCann debía lidiar con las ocho armas del muay thai, la lucha y el jiu-jitsu. En boxeo, solo tendrá que preocuparse de los puños de su rival, aunque sabe que el ring puede ser aún más implacable que el octágono.
“En MMA, si te desconcentrabas, podías ser castigada en cualquier parte. El boxeo es más específico, pero si te descuidas un segundo, si dejas el mentón alto o no cierras bien después de golpear, lo pagas caro”, explicó McCann a Matchroom Boxing.
La exUFC recordó que, mientras en MMA siempre hay recursos —cerrar la distancia, buscar un derribo, esperar la intervención del réferi o llegar al descanso del round—, en el boxeo no hay escapatoria:
“Si un boxeador está superado, no le queda otra que permanecer en pie y usar manos, pies y cerebro hasta que termine la pelea. Es un lugar brutalmente expuesto”.
Aunque en MMA sumó ocho derrotas —cuatro por sumisión y cuatro en decisiones donde pasó mucho tiempo en el suelo—, McCann siempre se consideró boxeadora. Lleva años entrenando y guanteando en gimnasios de boxeo, lo que podría facilitarle la transición.
“En MMA sentía un poco de síndrome del impostor, porque era una boxeadora haciendo MMA. Ahora será al revés: dirán ‘es una peleadora de MMA haciendo boxeo’. Parece que nunca puedes ganar, pero al menos sé que controlo las variables para dar lo mejor de mí”, señaló.
Aunque no podrá usar su característico codo giratorio este sábado, McCann confía en que su base pugilística le permita iniciar con pie firme su nueva etapa profesional.