El humilde y tranquilo
Keyshawn Davis, al que todos estaban aprendiendo a querer, se fue convirtiendo poco a poco en una estrella egocéntrica.
Davis es bueno. Tal vez un gran boxeador algún día. Pero después de
ganar el título ligero de la OMB contra Denys Berinchyk el Día de San Valentín de este año en el Madison Square Garden de Nueva York, la arrogancia comenzó a filtrarse.
Cuando su promotora Top Rank le dio una defensa titular como estelarista en su ciudad natal, Norfolk, Virginia, el 7 de junio contra
Edwin De Los Santos, fue entonces cuando Davis empezó a exagerar las cosas.
En lugar de seguir construyendo su nombre, se saboteó a sí mismo. Primero tuvo una acalorada discusión con
Abdullah Mason, y luego lo siguió con una actuación horrenda en la báscula.
Tras no dar el peso por 4,3 libras, perdió su título y fue retirado de la cartelera. Para empeorar las cosas, Davis pareció apático durante todo el proceso. Y, la guinda del pastel, fue el altercado entre bastidores en el que se metió cuando Kelvin Davis, su hermano mayor, perdió por primera vez por
decisión en 10 asaltos contra Nahir Albright. Mirando atrás, Davis (13-0, 9 nocauts) no sabe en qué estaba pensando. Hace apenas unos meses, creía que se estaba convirtiendo en un nombre familiar. Ahora, se da cuenta de que nada de eso era cierto. En realidad, se estaba transformando en alguien que no reconocía.
"Había muchas emociones", admitió Davis en The Ariel Helwani Show. "Me sentía en lo más alto, soy campeón mundial, estoy en mi ciudad natal, soy muy querido, todo el mundo me amaba. En ese momento, no cometía errores. Soy el campeón del pueblo. Había muchas emociones mezcladas. Todo pasó muy rápido".
Davis está ahora en su gira de redención. Todo el asunto lo ha vuelto más tímido, pero quiere encontrar la manera de dejarlo atrás.
El primer paso fue una disculpa, algo que ha hecho una y otra vez. Ahora, está asumiendo la responsabilidad de sus acciones. Con eso en marcha, espera volver al ring relativamente pronto.
No esperen ver al medallista de plata olímpico de vuelta en la división ligera. Ha terminado de agotarse para dar las 135 libras y, en su lugar, subirá a las 140.
Pelear es fácil. Arreglar su imagen pública es la parte difícil. Aun así, el púgil de 26 años confía en que demostrará lo maleable que puede ser. Mientras sigue reflexionando sobre todo lo ocurrido, se cubre la cara con las manos.
Aunque lo lamenta, se alegra de haber podido detenerse antes de perder el control por completo.
"No estoy feliz de que todo esto haya pasado, pero era necesario", dijo Davis. "Lo que ocurrió definitivamente me va a convertir en una mejor persona".