HOLLYWOOD, California — El gimnasio Wild Card Boxing es universalmente conocido como la casa que construyó Manny Pacquiao.

Claro, Freddie Roach abrió el gimnasio en 1995 con la esperanza de que el próximo Muhammad Ali cruzara sus puertas, y ambos no se unieron hasta 2001, pero fue Pacquiao quien puso el lugar en el mapa mientras la dupla arrasaba durante dos décadas, hasta que todo terminó en 2021.

A los 46 años, Pacquiao (62-8-2, 39 nocauts) ha retomado el volante tras un retiro de cuatro años, y el recién nombrado miembro del Salón de la Fama regresó recientemente para otro de sus incontables entrenamientos para los medios en el Wild Card, con el objetivo de aumentar la expectación para su combate de regreso el 19 de julio contra el campeón wélter del CMB, Mario Barrios, quien ni siquiera había nacido cuando Pacquiao debutó como profesional en 1995.

Pacquiao se está preparando a unos pasos de los estudios de Hollywood, y los guionistas salivan en busca del final perfecto para su historia de la pobreza a la riqueza, pasando de ser un niño pobre que vivía en las calles de Sarangani a convertirse en una leyenda viviente de fama mundial.

Al igual que en sus días de gloria, el campeón de ocho divisiones Pacquiao entra al Wild Card con su séquito. El ícono filipino aún ama a las multitudes, incluso si sigue su propio ritmo, llegando una hora tarde.

Pacquiao sube al ring con las manos ya vendadas. Está completamente vestido, y su figura envejecida luce igual. Y sí, las pantorrillas siguen siendo enormes. Las únicas características nuevas visibles son algunas canas más en su cabello y perilla, así como arrugas alrededor de los ojos. Pacquiao no puede vencer al Padre Tiempo en esta pelea.

Pacquiao se calza los guantes y comienza a golpear los pads, sostenidos por su asistente de siempre, Buboy Fernández. Roach, así como los entrenadores Justin Fortune, Marvin Somodio y su mano derecha Sean Gibbons, observan. La banda está de vuelta porque los grandes negocios llaman.

Las cámaras disparan mientras Pacquiao muestra la velocidad de sus pies entrando y saliendo de la distancia, llenando los pads de golpes. Es una sesión a medias, pensada únicamente para el estilo y la apariencia, y no es un entorno adecuado para evaluar si Pacquiao sigue operando en la cima de sus poderes. Después de todo, nadie le está devolviendo los golpes.

Desde los estiramientos hasta el cierre, todo el proceso dura alrededor de 10 minutos.

Pacquiao promete que está entrenando en serio lejos de las cámaras. Es consciente de los posibles obstáculos y peligros que le esperan mientras intenta convertirse en el segundo campeón más longevo en la historia del boxeo.

"El peligro está cuando te vuelves flojo en el entrenamiento", dijo Pacquiao a The Ring. "El peligro es cuando no estás 100% en forma al entrar a la pelea. Eso no es saludable, no es pasión. No voy a ser como otros boxeadores que regresaron al 50% solo por volver. Voy a estar al 100% como lo estuve antes, y pase lo que pase…"

Pacquiao se interrumpe a sí mismo antes de dar más detalles.

Hay un grupo considerable de expertos que predicen una actuación pobre de Pacquiao, muy similar a lo que el mundo vio con el veterano desgastado Ali en sus últimas dos peleas contra Larry Holmes y Trevor Berbick.

Incluso la familia de Pacquiao está preocupada por el bienestar del patriarca. Su hijo Jimuel, quien también se está preparando para una carrera profesional, dice que hay razones para preocuparse por el regreso de su padre.

Sin embargo, el prodigio eterno promete que todo saldrá bien si termina bien.

"Mi familia ha sido muy solidaria", dijo Pacquiao. "Vieron mi velocidad, mi poder, mi condición física. Estoy en buena salud. Dios es bueno todo el tiempo. Sin Dios, no soy nada. Estoy aquí por la misericordia y la fortaleza de Dios".

¿Puede el Poder Sagrado de Dios proteger a Pacquiao del poder de puños de Barrios?

Por muy vencible que Barrios (29-2-1, 18 nocauts) parezca, el oriundo de San Antonio es un guerrero azteca de 30 años en su mejor momento, con una ventaja de altura de quince centímetros y que llega con intenciones serias como favorito en las apuestas con una línea cercana a -370.

Pacquiao está abrazando su renovado papel como desvalido. Enfatiza hasta el cansancio que está rejuvenecido esta vez, tras una pelea fallida en agosto de 2021 contra Yordenis Ugás, quien reemplazó a Errol Spence Jr. con menos de dos semanas de antelación y superó física y técnicamente a Pacquiao por decisión unánime.

Pacquiao peleaba por primera vez en casi dos años en ese momento y pareció haber envejecido frente a Ugás, tras grandes victorias contra Thurman, Adrien Broner y Lucas Matthysse.

La paliza de Ugás no fue brutal, pero sí lo suficientemente seria, incluso si pudo haberse evitado. Pacquiao dijo que recibió un masaje poco recomendable en el vestuario antes de la pelea —algo que nunca había hecho antes— lo cual le causó calambres en las piernas.

Llámalo un accidente corregible o una excusa, como la lesión en el hombro que Pacquiao alegó haber tenido tras la derrota frente a Floyd Mayweather Jr.

Después de la pelea con Ugás, se vio en imágenes a la esposa de Pacquiao, Jinkee, alimentando con cuchara a su esposo golpeado y magullado. Pacquiao busca borrar esa escena y no seguir el triste guion que vivió otra leyenda en una situación similar al final de una carrera ilustre.

Sugar Ray Leonard se retiró en 1991 tras una derrota unánime ante Terry Norris, solo para regresar en 1997, meses después de haber sido inducido al Salón de la Fama, como una sombra de sí mismo a los 41 años, sufriendo una derrota por nocaut técnico en el quinto asalto ante Héctor Camacho.

Durante el día con la prensa, Leonard coincidió en el gimnasio Wild Card.

"Es hermoso. Te garantizo que estará listo, depende totalmente del individuo", dijo Leonard mientras señalaba su cabeza y su corazón antes de mostrar su puño. "¿Sabes qué? Sé optimista. La realidad encuentra su camino… Hice muchos regresos, ¿lo sabías? Si yo estuviera lento, lo aceptaría y dejaría el boxeo".

Si el poder es lo último que se pierde, el posible camino de Pacquiao hacia la victoria es sorprender a Barrios con su velocidad y combinaciones, como lo hizo con muchas de sus conquistas anteriores.

"Recuerda, en el boxeo, la velocidad es la clave", dijo Pacquiao. "Soy más rápido que Barrios. Mi movimiento y velocidad todavía están ahí. Fue bueno para mi cuerpo descansar durante cuatro años. Aún tengo la pasión y el fuego en mis ojos, estoy trabajando duro. Todavía está ahí... Mis entrenadores no me están presionando en este campamento de entrenamiento. Pero me están observando para decirme: 'basta, es suficiente'. Pero para mí, quiero más".

Y de hecho, así es.

Pacquiao insiste en que su apetito insaciable no existe porque se esté quedando sin dinero —habiendo ganado más de 550 millones de dólares a lo largo de su carrera— ni por necesidad de poder renovado en Filipinas —dejando la política de lado—, sino porque quiere hacer aún más historia rompiendo el récord de Bernard Hopkins como el campeón más longevo a los 49 años.

Cuando se mencionan nombres como Gervonta Davis, Ryan García, Teófimo López y Devin Haney como posibles rivales futuros, Pacquiao dice que está listo para enfrentarlos, pero con una sola petición: uno a la vez.

Siempre conocido por su gusto por el canto, se puede escuchar a Pacquiao entonando Forever Young de Alphaville entre los entrenamientos.

Quizás la única forma de detener al cuarentón Pacquiao sea que alguien realmente lo detenga, tal como lo hizo violentamente Juan Manuel Márquez en 2012 con un contragolpe perfectamente cronometrado.

El aura mítica de Pacquiao no ha sido la misma en una etapa en la que suma un récord de 8-5 en los últimos 13 años. Ya no se le considera el destructor mundial que arrasaba con figuras como Márquez, Marco Antonio Barrera, Erik Morales, Oscar De La Hoya, Ricky Hatton, Miguel Cotto, Antonio Margarito y, a los 40 años en 2019, contra Thurman, cuando se convirtió en el campeón wélter más viejo en la historia del boxeo.

Pacquiao necesita otra actuación que haga retroceder el reloj para evitar que Barrios lo castigue como él mismo hizo con Oscar De La Hoya en 2008, cuando destrozó al Golden Boy con una paliza unilateral que lo retiró.

Barrios está encantado con la idea de hacer del 19 de julio en el MGM Grand de Las Vegas la última pelea en la carrera de Pacquiao.

"Estoy listo para recibir un montón de críticas si lo retiro", dijo Barrios a The Ring. "La sincronización siempre vence a la velocidad, y yo tengo gran sincronización. También tengo manos rápidas y pies rápidos, simplemente elijo no usarlos todo el tiempo… allá adentro es matar o morir. Voy con malas intenciones, tratando de acabar con él".

Mientras Pacquiao entrena, fotos de Ali, Leonard, De La Hoya y de todos los íconos imaginables están pegadas en las paredes del Wild Card. Sus rostros son un recordatorio de que ninguno recibió un reloj de oro como regalo de retiro: recibieron una paliza.

Hay un cartel justo encima del ring que dice: "Necesitas tener pelotas para conquistar el mundo".

Otro cartel dice: "No es fácil".

Ambos mensajes son ciertos para Pacquiao, quien planea tomar una página del libro de jugadas de Ali para demostrar que todavía puede flotar como mariposa, picar como abeja, y que las manos de Barrios no pueden golpear lo que sus ojos no pueden ver.