Se acabó la charla. Liam Cameron y Ben Whittaker están a solo horas de distancia de su esperada revancha.
Este domingo por la noche, ambos pesos semipesados se enfrentarán en el Resorts World Arena de Birmingham. El evento será transmitido por Sky Sports.
Hace seis meses, los dos se midieron por primera vez en Riad, Arabia Saudita. Cameron, con marca de 23-6-1 (10 KOs), parecía estar tomando el control de una pelea cerrada cuando una fea caída por encima de las cuerdas puso fin prematuro al combate y le negó la posibilidad de conseguir una victoria que podría haber cambiado su vida. En su lugar, el púgil de Sheffield tuvo que conformarse con un empate técnico.
Ahora, la revancha es inminente, y el boxeador de 35 años tiene un método bastante claro para entrar en el estado mental necesario y completar la tarea que comenzó en octubre pasado.
“Pienso en cosas malas,” dijo a Sky Sports después del pesaje del sábado.
Durante toda la compleja y enredada preparación de esta pelea, Cameron ha sido un competidor de buen humor y carácter relajado, pero en la ceremonia de pesaje mostró otra cara.
Se notaba que estaba cansado de responder las mismas preguntas de siempre y de asumir el papel del valiente desvalido que ha tenido que levantarse desde el fondo para competir contra un hombre promocionado como el futuro del boxeo británico.
Cameron no tiene dificultades para dar el peso en semipesado, pero el día del pesaje claramente alteró su ánimo. Sus ojos oscuros mostraban una mirada fría, y su voz tenía un tono amenazante mientras completaba una larga semana de compromisos mediáticos.
“¿No viste cómo lo superé boxísticamente durante tres asaltos?” respondió con sequedad cuando le preguntaron si necesitaba llevar a Whittaker al segundo tramo de una pelea dura y física para tener éxito.
“Él era el chico dorado. Allá lo iban a favorecer. Yo fui allá para perder, en el papel. Si fue empate en Arabia cuando peleaban los grandes, ¿qué te dice eso?”
Puede que Cameron esté cómodo con el peso, pero no parece ser el caso de Whittaker, quien ostenta un récord de 8-0-1 (5 KOs). El boxeador de 27 años llegó tarde al pesaje oficial a las 10 a.m., y aunque marcó las 175 libras, lo hizo sin ningún margen de sobra.
Lejos de molestarse por la espera, Cameron la recibió con agrado, viéndola como una señal de que Whittaker necesitó hasta el último segundo posible para reducir su corpulento físico de 1.91 m a la categoría límite.
En lugar de permitir que la duda se instale en su mente durante las cruciales horas previas al primer campanazo, Cameron parece crecer en confianza.
“Está haciéndose más pequeño, ¿no? Igual que en la última pelea. Se iba encogiendo cada vez más,” comentó antes de ofrecer una predicción breve pero contundente.
“En los últimos asaltos.”