Edgar Berlanga es una de las personalidades más audaces y directas del boxeo actual. El contundente supermediano suele aparecer cubierto de joyas costosas, y lanza aún menos filtros al hablar que al lanzar golpes en el ring. Desde una perspectiva de marketing, Berlanga ha sabido construir hábilmente la narrativa de su carrera. Su racha inicial de 16 nocauts en el primer asalto, con la que comenzó su trayectoria profesional, le dio proyección en los medios, especialmente al transmitirse muchas de esas victorias en televisión nacional por ESPN.
Como suele ocurrir con prospectos que acaparan la atención mediática desde temprano, sobre todo por victorias rápidas, Berlanga también se convirtió en una figura divisiva. Aquellos que deseaban probar que su techo no era tan alto se manifestaban con tanta fuerza como sus seguidores más leales. Berlanga no rehuyó esta dinámica; de hecho, la aprovechó al máximo cuando asumió el papel de antagonista en la pelea más grande de su carrera ante Canelo Álvarez el año pasado, enfrentando al ídolo mexicano en un combate de alto perfil.
Su actuación, aunque en una derrota, le otorgó un nuevo respeto: Berlanga resistió, se levantó de la lona y llevó a Canelo hasta el final. Esa entrega le valió una nueva base de seguidores. El púgil de 27 años volvió al ring por primera vez desde aquel combate el pasado 15 de marzo, con un fácil nocaut en el primer asalto sobre Jonathan González, y de inmediato puso su atención en peleas importantes, especialmente contra Caleb Plant o Jaime Munguía.
Cuando se le pregunta por sus motivaciones como profesional, Berlanga no duda:
“Legado y la bolsa”, dice, repitiéndolo casi como un mantra.
Pero mientras está de gira promocional —lo que él llama su “tour de agente libre”, buscando atraer rivales como Plant o Munguía, o el interés de grandes promotoras—, también recorre otro camino muy distinto: el de crear conciencia sobre una causa que le toca el corazón.
Berlanga ha prestado su apoyo a la Fundación Cristian Rivera, dedicada a encontrar una cura para el Glioma Pontino Intrínseco Difuso (DIPG) y a brindar apoyo a los niños y familias afectadas por esta devastadora enfermedad. La fundación fue creada por John Rivera en memoria de su hijo Cristian. Rivera es amigo cercano del padre de Berlanga, cuyo nieto —Chosen, hijo del boxeador— nació con una afección en la glándula pituitaria que casi le cuesta la vida apenas a los dos días de nacido.
El DIPG es una forma agresiva de cáncer cerebral que afecta principalmente a niños de entre 5 y 7 años. Representa cerca del 15% de los diagnósticos de tumores cerebrales en menores cada año, pero menos del 10% de los diagnosticados sobrevive más de dos años tras la detección.
Aunque el caso de Chosen es distinto, los problemas relacionados al cerebro golpean cerca. Luego, Berlanga se enteró del caso de Jesselyn Silva, tres veces campeona nacional amateur y aspirante olímpica, diagnosticada con DIPG en 2021. Silva falleció en agosto de 2024, una noticia que impactó profundamente al púgil neoyorquino.
“Todo cobró sentido cuando supe lo de Jesselyn, y dije ‘voy a hacer esto’”, comentó Berlanga, quien caminó hacia el ring junto a Silva en su combate ante Roamer Alexis Angulo.
“Era algo muy familiar para mí. Jesselyn era boxeadora, tenía un problema cerebral, y mi hijo también tiene una condición en la glándula pituitaria que requiere medicación diaria. Todo se conectó. Solo quería estar involucrado, ayudar a los niños.”
Para Berlanga, también se trata de retribuir a la comunidad que lo ayudó a llegar hasta donde está. De niño, se formó en el programa Cops and Kids en Brooklyn, Nueva York, donde voluntarios le enseñaron el boxeo y también lo apoyaban con tutorías académicas. Fue un entorno que también moldeó a peleadores como Chris Colbert y Richardson Hitchins, con quienes creció.
Fuera del escenario, Berlanga es un padre de un niño con necesidades médicas especiales y un mentor para jóvenes, en contraste con la imagen ostentosa por la que es conocido.
“No es fácil estar en mis zapatos. Todos ven el glamour y la fama, pero me alegra hablar de esto para que la gente entienda que no todo es lo que ven en Instagram. Hay algo más grande detrás de todo esto. Como he dicho antes, estoy por los niños, y todo lo que hago es por ellos, por la próxima generación.”
“Siento que ahora tengo la plataforma. Mi nombre tiene peso y sé que tengo un gran impacto en muchas personas. Solo estoy haciendo el trabajo de Dios.”
Aunque Berlanga lucha por su legado dentro del ring, también desea que ese legado trascienda los títulos y victorias. Y si logra construir riqueza generacional a través del boxeo, quiere que parte de ella se destine a una causa mayor que él mismo.
“Siempre he dicho que ellos son los verdaderos guerreros. Siempre le decía a Jesselyn: tú eres la verdadera guerrera. Yo peleo en el ring, pero tú estás peleando por tu vida. Es otra mentalidad, otra fortaleza.
Nadie sabe lo que es eso hasta que le toca luchar por su salud o su vida.”
“Definitivamente me motiva saber que estoy peleando por esos niños. Cuando yo gano, ellos ganan.
Si puedo seguir ganando, siendo un modelo positivo para ellos, mostrando cómo mantenerse fuertes y trabajar duro, entonces seguiremos trabajando duro también en encontrar esa cura.
Eso es lo único que me importa de verdad.”