Fabrice Benichou vivió y peleó por todo el mundo. Tuvo una carrera exótica, emocionante y llena de altibajos. Aunque muchos no esperaban mucho de él, contra todo pronóstico completó su cuento de hadas al convertirse en campeón mundial.

Benichou nació en Madrid, España, el 5 de abril de 1965.

—Mis padres eran artistas, aventureros. Mi madre era bailarina en el Casino de París, mi padre, profesor de yoga y fakir —contó Benichou a The Ring—. Nos fuimos rápidamente a Suiza, luego a Bélgica y después a EE.UU., todo en menos de un año. Viví en EE.UU., Canadá, México… en más de 50 países.

—[Mi padre] vivió en India después de escapar del sistema de bienestar social. Así que no tuve una vida ordinaria, sino muy aventurera. Solo podía terminar siendo proxeneta o boxeador, así que hice la elección correcta… aunque… [risas].

Sus primeros años fueron especialmente caóticos y memorables.

—Dejamos Bélgica, y como joven artista y profesor de yoga, [mi padre] fue contratado por la mafia local en un cabaret belga para transportar cinco kilos de cocaína a EE.UU. —relató—. Quería conquistar América, así que lo hizo cuando yo tenía ocho meses.

—A los tres años, mi niñera estaba enferma, así que su hijo de 14 años me cuidó. En cuanto nos quedamos solos, me violó en Texas.

A los cuatro años, incluso fue secuestrado en México. Afortunadamente, tras unos meses, sus padres se reunieron con él.

Durante su infancia, Benichou acompañó a su padre a gimnasios de boxeo en distintos países, pero su involucración formal llegó al probar otro deporte en Israel.

—Desde muy pequeño, mi padre me animó a boxear y frecuentamos varios gimnasios en la época de campeones como Muhammad Ali, Carlos Monzón y Sugar Ray Leonard —dijo—. Él estructuró la preparación de campeones mundiales dominicanos y mexicanos, como Efrén Torres y José Nápoles, basándose en la preparación mental del yoga. Esa era su labor.

—Empecé por casualidad. En un campo de fútbol, a los 15 años medía 1.40 m y pesaba unos 39 kg [85 libras], pero era muy peleador. El juego se puso intenso, terminamos a golpes y el presidente de la Federación Israelí de Boxeo, que estaba en las gradas, me vio.

—Era flaco como un palillo, pero me defendí bien. Noqueé a tres. El presidente habló con mi padre y, en vez de regañarme, decidimos que debía dedicarme al boxeo y que sería campeón mundial.

Sin embargo, la vida seguía siendo complicada para el joven.

—Me convertí en un verdadero forastero; nadie creía en mí. Aprendí boxeo en varias culturas gracias a viajar con mis padres y a fortalecerme —recordó—. Pasé un año en Europa del Este como artista de circo, luego en Turquía, en la frontera siria, después en Italia, España, Alemania, Inglaterra, Israel, Luxemburgo… Mi escuela de boxeo fue la escuela de la vida, pero realmente aprendí a pelear en Panamá, que en esa época era un semillero de campeones.

Fue allí donde tuvo varios rounds de sparring con el futuro miembro del Salón de la Fama, Hilario Zapata.

Benichou tuvo una modesta carrera amateur de solo 10 peleas, pero llegó a la final del campeonato francés de peso gallo en 1984. Ese verano, decidió pasar al profesionalismo.

—Mi licencia era de Luxemburgo porque en Francia no me la dieron —explicó—. "No suficientes peleas amateur y no lo suficientemente talentoso", decían.

—Entrené en el gimnasio Fernet Branca en Génova y en el de Umberto Branchini en Milán. Mi primer rival profesional fue Claudio Tanda. Gané por puntos.

Tras dos victorias en Italia, Benichou viajó a Venezuela y Panamá, donde perdió un par de peleas, luego a EE.UU. e Italia. Logró pelear en Francia, pero bajo su licencia de Luxemburgo.

Con un récord de 16-5, fue seleccionado para enfrentar a Thierry Jacob (con solo una derrota) por el título europeo vacante del peso gallo en Calais, Francia, en enero de 1988.

—Jacob era el protegido de la federación —dijo—. Tenía a toda la ciudad en mi contra. Todos los medios pensaban que perdería.

—Fue muy intenso. Sabía que la única forma de ganar era noqueándolo. Cuando empecé a dudar, lo derribé. Callé a las 4,000 personas en el lugar. Hasta su hermano entró al ring a golpearme. Lo destruí mentalmente; me subestimó y aprendió la lección. Fue rock and roll; necesité escolta policial para salir.

La sobreconfianza lo llevó a perder su primer defensa contra Vincenzo Belcastro (KO 3) cerca de Génova.

Sin desanimarse, consiguió dos rápidas victorias en Las Vegas y una oportunidad ante el campeón súper gallo de la AMB, José Sanabria, en las afueras de París en septiembre de 1988.

—Un rival muy bueno, técnico y físico, un verdadero campeón —dijo—. Había peleado dos meses antes y le dijeron que yo no era gran cosa, así que me subestimó. Gané todos los rounds, pero en el 10, retrocedió en uno de mis ataques y me cortó el ojo izquierdo. El árbitro detuvo la pelea.

En el momento de la detención, Benichou lideraba 89-82, 89-85 y 87-85 en las tarjetas.

—Todos habían renunciado a mí, excepto mi padre —explicó—. Él consiguió los medios para organizar la revancha en Limoges. Para mí era obvio que sería campeón mundial; ya lo había visualizado. Gané por decisión dividida en 12 rounds. Festejé toda la noche.

Benichou, que habla ocho idiomas (seis con fluidez), defendió fácilmente su título ante Fransie Badenhorst (TKO 5) en Italia y luego ante Ramón Cruz (UD 12) en Francia.

Después, defendió su título contra Welcome Ncita en la primera (y hasta ahora única) pelea por un título mundial en Israel, en marzo de 1990. Pero las cosas no salieron como esperaba.

—El día antes de la pelea, al cambiar de hotel, encontré a mi esposa en la cama con mi mejor amigo —reveló—. En ese momento no le di importancia, pero al ver a la chica de los round en el ring, me di cuenta… Hice una mala pelea. No me importó nada.

Tras reflexionar y recuperar su mentalidad con ayuda de su padre, regresó con una victoria y luego enfrentó al monarca súper gallo de la AMB, Luis Mendoza, en octubre de 1990.

—No estaba protegido por la federación, así que me dieron la derrota cuando merecía la victoria —dijo Benichou, quien perdió por decisión dividida en 12 rounds.

Subió a peso pluma y, tras un par de victorias, ganó el título europeo vacante ante John Davison (UD 12). Defendió dos veces y obtuvo una oportunidad ante el campeón pluma de la FIB, Manuel Medina, en marzo de 1992.

—Era aburrido de boxear, pero muy inteligente —dijo Benichou, quien perdió por decisión dividida—. No perdí la pelea, pero no me la dieron.

Tras vencer de nuevo a Davison (MD 12), recibió su segunda oportunidad pluma ante el campeón del CMB, Paul Hodkinson, en septiembre de 1992.

—Un gran campeón. Iba ganando, pero en el round 10, un derechazo me cortó el labio de lado a lado. El árbitro me detuvo. Siempre me sorprendió cómo quedó ese corte.

Perdió su título europeo ante Mauricio Stecca (SD 12) y siguió activo, con altibajos, antes de retirarse tras perder ante Spencer Oliver (TKO 4) en enero de 1998.

Regresó brevemente en 2005 y 2006 en Panamá antes de retirarse definitivamente con un récord de (46-18-2, 24 KOs).

—Ya no tenía el fuego —confesó.

Hoy, a los 60 años, Benichou vive en París con sus cuatro hijos. Ha trabajado como consultor de TV y equipos deportivos, protagonizó un espectáculo unipersonal y publicó tres libros sobre su vida.

Amablemente, compartió con The Ring sus opiniones sobre los mejores que enfrentó en 10 categorías:

JAB

Jose Sanabria: "Por su postura, repetición y precisión."

MEJOR DEFENSA

Manuel Medina: "Difícil de golpear, cuerpo muy elástico."

MEJOR VELOCIDAD DE MANOS

Paul Hodkinson: "Su derecha era rapidísima; solo la esquivabas girando la cabeza."

MEJOR JUEGO DE PIES

Vincenzo Belcastro: "Era el más rápido en moverse."

MÁS INTELIGENTE

Sanabria: "Por táctica, anticipación y técnica."

MÁS FUERTE

Hodkinson: "Golpeaba más duro."

MEJOR MANDÍBULA

John Davison: "Un rival durísimo."

MEJOR GOLPEADOR

Hodkinson: "Fue el que más me lastimó."

MEJORES HABILIDADES

Hodkinson: "Rápido, preciso."

MEJOR EN GENERAL

Hodkinson: "Velocidad, temperamento, pocas debilidades. Era considerado el mejor campeón pluma de su época."

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