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El triunfo y la tristeza de Jonny Mansour en Hollywood
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Corey Erdman
Corey Erdman
RingMagazine.com
El triunfo y la tristeza de Jonny Mansour en Hollywood
Profesionalmente, Jonny Mansour no tenía que subir al ring. Apenas siete semanas antes, el prometedor peso ligero había encabezado una velada de Overtime Boxing transmitida por DAZN en su ciudad natal, San Diego, noqueando en el primer asalto a Markus Bowes. En un deporte donde los prospectos suelen buscar actividad constante, regresar tan pronto no era necesario —mucho menos con lo que estaba viviendo fuera del ring.

Su madre, Bushra, luchaba contra un cáncer en etapa 4, un diagnóstico que recibió hacia el final de su carrera amateur. En los últimos campamentos, Mansour dividía sus días entre el gimnasio y el hospital, dedicando cinco horas a cada uno. Nadie en la industria, ni sus promotores de OTX, lo habría juzgado por tomarse una pausa, especialmente cuando cada momento con su madre se volvía más valioso.

Desde afuera, todo parecía perfecto. En su pelea anterior llegó en un Bugatti dorado, compartiendo la imagen con sus casi 270,000 seguidores en Instagram, alternando publicaciones con Manny Pacquiao o celebrando con fajos de dinero tras un bono por nocaut. A primera vista, era un joven carismático, educado y exitoso. Las ofertas para pelear no dejaban de llegar, especialmente después de llenar el Sycuan Casino Ballroom en apenas su cuarta pelea profesional.

Rechazó muchas de esas propuestas, pero una llamó su atención: Championing Mental Health, un evento benéfico en el Avalon Hollywood en Los Ángeles, también transmitido por DAZN. La velada buscaba apoyar la salud mental de los boxeadores y ofrecía un año de terapia gratuita a cada participante. Era el escenario perfecto para sincerarse, para dejar salir una realidad que llevaba meses cargando en silencio.

Aceptó pelear contra Christian Avalos como evento principal, lo que implicaba entrevistas, sesiones de fotos y una sonrisa permanente ante las cámaras. Pero tras bastidores, la tristeza era evidente. Tras el pesaje, brindó en silencio con su padre con vasos de agua en el lobby del hotel, un gesto más de resistencia que de celebración.

“Solo porque sonrío, solo porque estoy en Los Ángeles en un día soleado, no significa que sea feliz”, dijo Mansour. “Lo que me hace feliz es hacerla feliz a ella, hacer felices a quienes amo e inspirar a los jóvenes. Porque a veces solo se necesita una chispa para encender el talento de alguien. Cuando yo tenía 14 o 15, necesitaba a alguien que creyera en mí. Si ahora puedo ser ese modelo a seguir para alguien, ¿por qué no?

“Mi propósito es crear conciencia e inspirar. Este es un momento muy difícil por la salud de mi mamá, pero su fortaleza me ha hecho más fuerte. Nuestra fe en Dios para seguir luchando hasta el último segundo de nuestras vidas es lo que me motiva. Estoy haciendo esto por mi mamá, para hacerla feliz.”

La noche de la pelea no hubo autos de lujo ni espectáculos ostentosos. Mansour vistió con elegancia, como siempre, pero esta vez su atuendo simplemente decía: Mi mamá es mi heroína.

“No importa si tengo que sonreír e ir a trabajar. Quiero seguir trayendo luz y felicidad a casa”, expresó.

No se le pidió vender entradas, nadie en la cartelera tenía esa obligación. Pero los seguidores de Mansour asistieron de todos modos, sabiendo lo que significaba esa noche. Para él, sin embargo, solo había una espectadora que importaba: su mamá.

En el ring, se impuso con maestría sobre Avalos. En el cuarto asalto, algo cambió: Mansour encontró alegría en la pelea. Comenzó a bailar, a moverse con ritmo. El ritmo de su corazón, el mismo que latía por amor a su madre. Ganó por decisión unánime, pero su verdadero triunfo fue simplemente haber estado ahí.

Cuando The Schmo lo entrevistó tras la pelea, las lágrimas finalmente fluyeron en público.

“Te amo, mamá. Solo quiero decir que eres mi heroína.”

Dos días después, Bushra Younes Blue falleció en un hospital de San Diego. Una de las últimas cosas que vio fue a su hijo brillar en el ring, cumpliendo el sueño que construyeron juntos. Al finalizar la transmisión, Mansour sostenía un cinturón verde del CMB en honor al apoyo a la salud mental.

Tal vez no era el cinturón mundial que soñaron juntos, pero sí el más importante que jamás sostendrá: símbolo del combate más difícil de su vida.

Tal como prometió, Jonny luchó hasta el último segundo de vida de su madre, tal como ella lo hizo.

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