Una vez que levantaron la mano de Artur Beterbiev en octubre, Dmitry Bivol bajó la cabeza. Por primera vez en su carrera, salió de una arena sin una victoria. También fue la primera vez en casi una década que se quedó sin cinturón.
Durante los siguientes cuatro meses, esa sensación de decepción lo acompañó. Aunque lo consumía y atormentaba, Bivol (24-1, 12 nocauts) la utilizó como inspiración. Este pasado fin de semana, finalmente reemplazó el dolor de la derrota.
En su revancha inmediata, Bivol hizo varios ajustes, entre ellos, negarse a ser intimidado y superado en los últimos asaltos. Mucho antes de convertirse en profesional en 2014, Bivol soñaba con ser campeón indiscutido. Lograr su objetivo fue una sensación abrumadora, pero incluso con los cinco títulos sobre sus hombros, recuperar su revancha fue lo que más le emocionó.
"Es muy dulce", dijo Bivol a un grupo de periodistas. "Recuperé mi cinturón y también es una venganza para mí".
Sonreír no es algo que Bivol haga con frecuencia. Suele fruncir el ceño, mostrar seriedad y caminar como alguien que está teniendo un mal día. Pero una vez que el polvo se asentó y las cosas salieron a su favor esta vez, no pudo evitar sonreír.
Por un momento, Bivol se transportó a ese lugar infeliz. Recordó el amargo sentimiento de quedarse corto y verse obligado a lamentarse día tras día, semana tras semana y mes tras mes. Le cuesta explicar cómo se sintió. También le cuesta poner en palabras cómo manejó ese nivel de decepción y rabia. Lo que sí pudo decir, sin embargo, es que su motivación interna lo llevó a la victoria.
"Había algo dentro de mí", continuó Bivol. "Quería ganar y gané".