Dan Azeez se sube a una de las bicicletas estáticas del gimnasio y observa los dos cuadriláteros frente a él.
A su derecha, Uisma Lima, a solo unas semanas de
un combate potencialmente transformador ante Jaron Ennis, guantea con un zurdo alto y habilidoso de Inglaterra. A su izquierda, su gran amigo y compatriota londinense
Denzel Bentley termina el último asalto de su sesión entre un tímido aplauso de los presentes.
Es uno de esos días en los que parece haber un centenar de boxeadores deambulando por el gimnasio: manteniéndose calientes para su siguiente asalto o saliendo de uno exigente, golpeando el saco o haciendo sombra con un ojo puesto en el ring. Un día que a un profano le parecería insólito.
Azeez, medio pendiente de la acción, sigue pedaleando despacio. Ya ha completado sus rounds por hoy y está enfriando su cuerpo de 36 años, que luce sin rastro de grasa pero claramente por encima de su peso de combate (175 lb). “No me veré tan grande la mañana del pesaje”, dice con una sonrisa.
Sobre el papel, 2024 fue un año aciago para Azeez. Al cierre de 2023, estaba 20-0 en el peso semipesado, con los títulos británico, de la Commonwealth y de Europa en su haber. Canceló la Navidad de ese año: su derbi del sur de Londres, una eliminatoria final por el título mundial contra
Joshua Buatsi, estaba programado para el 3 de febrero de 2024.
Ambos brindaron 12 asaltos vibrantes, pero Azeez, que visitó la lona brevemente en el 11.º, perdió en las tres tarjetas. Volvió al ring cuatro meses más tarde, pero no logró reencontrarse con la victoria: el poco conocido Hrvoje Sep lo dejó en empate tras ocho asaltos en Selhurst Park.
Después, en octubre, tuvo la oportunidad de recuperar los títulos británico y de la Commonwealth vacantes, pero cayó por una decisión mayoritaria dolorosamente cerrada ante Lewis Edmondson en el Copper Box. Un año tras el que muchos, con 36 años, se habrían retirado.
Pero Azeez no. “Aquella pelea con Buatsi”, dice aún sonriendo, “probablemente fue una de mis mejores peleas. Si soy sincero, la disfruté. Luego el empate y la derrota con Edmondson, yo también pensé que las había ganado.
Fue un año rocoso, pero ¿sabes qué? No las veo como derrotas. Son aprendizajes.
Así es la vida: todos pasamos por cosas; hay gente viviendo cosas mucho peores ahora mismo. Me siento privilegiado de poder boxear.
Jamás voy a mirar mis derrotas y ponerme exquisito o abatirme. Hay que aceptar las subidas y bajadas, porque todo es experiencia”.
Aun así, ¿hubo algún pensamiento de retiro tras dos reveses y un empate en 2024?
“Ni uno”, responde de inmediato. “Nunca pensé en retirarme porque de eso va la vida. Esto es lo que te hace boxeador: cuando pasan estas cosas, ¿cómo te repones? ¿Cómo reaccionas?”
En el caso de Azeez, la 21.ª victoria de su carrera llegó en abril, al vencer al veterano Bahadur Karami a seis asaltos un jueves por la noche en Glasgow, Escocia. Fue una velada discreta en términos generales, pero enorme para él.
“Mi boxeador favorito es Marvin Hagler y su primera pelea por el título mundial fue contra Vito Antuofermo, pero no le dieron la decisión”, dice sobre su empate de 1979 por el cinturón mediano del CMB.
“Desde entonces dijo que sus puños serían los jueces, se lanzó a una racha demencial de nocauts, ganó los títulos mundiales y hoy es uno de los mejores de todos los tiempos. ¿Qué clase de remontada es esa? Podía haberse quedado llorando.
Estoy en mi era Marvin Hagler, hermano. Sin duda. ¿Cómo respondo yo a la adversidad? Depende de mí”.
Aunque su forma en 2024 lo dejó descolgado en la carrera por los títulos mundiales, a Azeez le han ofrecido algo que considera aún mejor. A su edad, ya piensa en cómo será recordado cuando cuelgue los guantes, y una presentación en Lagos, Nigeria sería un gran deseo cumplido.
Como parte del evento “Chaos in the Ring” en la Mobolaji Johnson Arena de Lagos, en el Día de la Independencia de Nigeria, Azeez se medirá a Sulaimon Adeosun (11-2, 7 KOs). Será la primera vez que su padre, un orgulloso nigeriano, lo vea pelear.
Azeez, que tiene una licenciatura en contabilidad y finanzas, nunca “debió” boxear. Sus padres lo habían encaminado hacia metas académicas y, al principio, les preocupaba que su hijo peleara. “Crecieron en una época en la que vieron lo que pasó con gente como Michael Watson o Gerald McClellan”, explica Azeez. “Por eso no querían que boxeara”.
Como ocurrió, empezó a boxear como amateur mientras cursaba la carrera en la Universidad de Essex y fue detenido antes del minuto en su debut. Sus padres no tenían idea.
“Mi madre ni siquiera sabía que yo era boxeador profesional hasta que una amiga la llamó y le dijo: ‘acabamos de ver a Dan en Sky’”, cuenta. “Me preguntó qué pasaba y le dije: ‘sí, mamá, voy 14-0 y todo va bien’. Ella pensaba que era un hobby”.
Ni su madre ni su padre lo han visto pelear jamás, pero eso cambiará el 1 de octubre, y Azeez admite sentir cierta inquietud por ello.
“Mi padre va y viene, pero tiene su base en Nigeria”, dice. “Vendrá a esta y será la primera vez en mi vida que alguno de mis padres esté a pie de ring. Con mi padre allí, como cualquiera, quiero hacerlo orgulloso.
Pero lo mejor es que no lo estoy invitando a una pelea en Londres: estoy volviendo a casa, a nuestra tierra, y peleando allí. Y no es cualquier velada, es grande, va por
DAZN. La más grande en Nigeria que recuerdo.
Así que estoy emocionado. Se siente como si peleara por un título mundial. Tuve ofertas, más lucrativas, pero esta tuvo prioridad. Esto es legado, es lo que la gente recordará y lo que quedará en la historia para mí.
Eso es lo que alimenta el fuego. Tienen grandes planes para el boxeo en Nigeria y esta es la primera gran. Aquí es donde empieza y ahora podrán decir: ‘Dan Azeez estuvo en ese primer show’. Eso significa mucho para mí”.