El día que
Leo Atang encendió el televisor en la sala de su madre para ver boxeo por primera vez, su verdadera pasión era el rugby y el fútbol.
Esa noche,
Anthony Joshua se levantó de la lona para noquear a Wladimir Klitschko en el estadio de Wembley. Y allá en York, la vida de un niño de 10 años cambió para siempre.
“Había probado todos los deportes posibles”, cuenta Atang, hoy con 18 años, a
The Ring. “Pero vi esa pelea entre AJ y Klitschko y pensé: ‘Quiero probar esto’”.
“Todo el mundo en la escuela conocía a AJ, pero yo nunca había visto una pelea suya hasta entonces. En cuanto lo vi, supe que tenía que intentarlo”.
Curiosamente, Joshua ya tenía la edad actual de Atang cuando puso un pie por primera vez en el club Finchley ABC, en una sesión nocturna que marcaría un antes y un después en la historia del boxeo británico.
Atang se metió de lleno en el gimnasio y, a los 13 años, ya se preparaba para su debut amateur. “Pesaba 55 kilos entonces”, recuerda entre risas Atang, ahora un peso pesado hecho y derecho.
“Fue en el Hotel Bradford. Estaba muy nervioso. Nunca había visto algo así. Todos calentando en el mismo cuarto y luego salías a una sala con luces llamativas y mesas por todos lados”.
Desde entonces, su ascenso ha sido vertiginoso en los últimos cinco años, a pesar de haber tenido que lidiar con el confinamiento por la pandemia del Covid-19, que amenazó con truncar su carrera cuando apenas llevaba cuatro combates.
En ese periodo, muchas trayectorias deportivas prometedoras —no solo en boxeo— se vieron interrumpidas por las restricciones impuestas en Reino Unido. Pero Atang lo vio como una oportunidad.
“Lo que me motivaba era pensar en cuántos se habrían rendido”, comenta. “Siempre pensaba: en cualquier momento se acaba este encierro y yo voy a estar por delante porque seguí entrenando.
Hacía videollamadas con mi entrenador para hacer sesiones de boxeo, salía a correr, hacía flexiones, todo lo que podía. Empecé el confinamiento con 55 kilos y salí con 78”.
El final del confinamiento trajo consigo una nueva etapa de éxito amateur para el joven, pero conforme su talento comenzaba a ser reconocido, conseguir rivales se volvió más complicado.
Pocos entrenadores estaban dispuestos a exponer a sus pupilos frente a Atang, quien, pese a hacer todo correctamente, sentía que su carrera se estancaba.
“Eso si no puedo evitarlo”, responde con humor. “Ya he hecho sparrings sin casco para adaptarme. Pero quiero salir, darle un jab directo a la nariz y pensar: ‘ah sí, ya estoy aquí’.
Todo esto me emociona más, me hace sentir que estoy en una pelea de verdad, y de eso se trata este deporte”.
“Sentí que necesitaba debutar como profesional temprano, para aprender sobre la marcha. Mi última pelea amateur fue hace tres años. Este año me inscribí en los nacionales, pero no hubo rivales. Así que habría estado sin pelear desde noviembre pasado hasta septiembre, cuando son los europeos.
Y pensé: no puedo seguir así. A esta edad, no puedo permitirme esa inactividad. Así que decidí: ¿por qué no?”
Dar el salto al profesionalismo en el peso pesado, sin experiencia como senior, solía ser impensable. Pero otro prodigio adolescente ya había tomado ese camino:
Moses Itauma. A los 18, también debutó sin haber peleado contra hombres. Detuvo a Marcel Bode en solo 23 segundos y desde entonces lleva un récord de 12-0 con 10 nocauts.
De repente, el recién llegado Atang hace que Itauma, con apenas 20 años, parezca veterano. Sin embargo, Atang se muestra cauto ante cualquier comparación.
“Veo que mucha gente nos compara”, reconoce Atang. “Pero creo que estamos en situaciones totalmente distintas. Él va por un camino más rápido, yo por uno más lento.
Creo que ha hecho un trabajo increíble y ha abierto el camino para que otros pesos pesados jóvenes como yo podamos surgir.
Lo miro y me impresiona mucho lo que hace. Es genial verlo.
Pero quienes nos comparan deben saber que vamos por caminos muy distintos. Es un honor que me comparen con él, pero yo estoy en mi propio viaje”.
Cuando Itauma se convirtió en profesional a los 18 años, lo hizo con grandes expectativas: quería romper el récord de Mike Tyson y ser el campeón mundial de peso pesado más joven de la historia. Ese plazo venció el mes pasado.
Atang, en teoría, tiene aún dos años para intentarlo, pero se ríe de la idea.
“Eso no es para mí”, dice. “He comenzado temprano y quiero tener unos buenos años para madurar, tanto física como mentalmente. Soy un peso pesado más liviano, así que tengo mucho tiempo para crecer y aprender.
Admito que hoy no estoy listo para enfrentar a los grandes, pero sé que ese momento llegará.
Creo en mí mismo, y sé que un día llegará.
Y tal vez, ese día también sea en Wembley, con algún niño viendo desde su casa, como hice yo”.