Ben Whittaker insiste en que aprendió todo lo que necesitaba saber sobre Liam Cameron durante los cinco asaltos que duró su polémica primera pelea.

El pasado octubre, los semipesados se enfrentaron en Riad, Arabia Saudita, en un combate intrigante que terminó con ambos cayendo hacia atrás por las cuerdas al final del quinto asalto. Con Whittaker incapaz de continuar, la pelea se fue a las tarjetas y fue declarada empate técnico dividido.

Se enfrentarán nuevamente en una revancha este domingo por la noche en el Resorts World Arena de Birmingham. El evento será televisado por Sky Sports.

Solo Whittaker, con récord de 8-0-1 (5 nocauts), sabe realmente si se dejó llevar por toda la experiencia de la Temporada de Riad y subestimó al excampeón de peso mediano de la Commonwealth en su primer enfrentamiento, o si simplemente tuvo dificultades con la determinación de Cameron y su estilo sólido y sin florituras.

Sea cual sea la verdad, la presión constante de Cameron comenzó a hacer efecto y, antes de darse cuenta, Whittaker se encontró en una pelea de verdad.

La mayor parte de la atención tras la pelea se centró en el final tan extraño que privó a Cameron, con récord de 23-6-1 (10 nocauts), de una victoria histórica, pero ese desenlace prematuro también impidió que Whittaker demostrara que tenía la dureza y la inteligencia boxística para superar un momento complicado e imponer su voluntad.

Después de recuperarse de la lesión de tobillo que sufrió durante la caída, Whittaker decidió cambiar de entrenador y confió su futuro a Andy Lee.

Él cree que Cameron ya perdió su mejor oportunidad de dar la sorpresa.

«Solo tengo que verte una vez y ya lo he hecho, ya lo he sentido, y él puede creerlo o no, pero esa fue mi peor, peor noche, y me alegra haberla sentido», dijo Whittaker durante el programa The Gloves Are Off de Sky Sports.

«Sentí su “poder”, como él lo llama. Sentí cómo intentaba presionar o retroceder. Lo sentí todo, y cuando lo has sentido una vez y lo has experimentado una vez, eso es todo, realmente.»

Ya se acercan cinco años desde que Whittaker ganó su medalla de plata olímpica, y algunos de sus contemporáneos de los Juegos de 2020 —luchadores como Keyshawn Davis y Galal Yafai— ya han ganado títulos mundiales o están compitiendo al más alto nivel de sus respectivas divisiones.

Por supuesto, cada boxeador progresa a su propio ritmo, pero verse envuelto en una rivalidad con un peleador como Cameron ciertamente no estaba en los planes.

Si Whittaker sale de esta saga con una victoria concluyente, un nuevo entrenador de calidad y una perspectiva ligeramente distinta sobre lo que realmente se necesita para tener éxito, entonces podrá mirar atrás a seis meses intensos y encontrar muchos aspectos positivos.

Pero si tropieza en la revancha a este nivel, sería un gran revés y —por duro que suene— tal vez una señal de su verdadero potencial.

Whittaker no siente que este fin de semana sea un momento decisivo temprano en su carrera. Cree que, dada la reputación que ha construido, cada pelea conlleva cierta presión.

«Para mí, creo que en cada pelea me he estado jugando la carrera. No puedo decir, “Oh, porque es Liam Cameron parte dos, mi carrera está en juego”», afirmó.

«Siendo quien soy, soy el jefe. Todos quieren bajarme del trono, y por lo que pasó —una noche tonta— se le abrió esta puerta.»

«Él quiere más. Tiene hambre. Ya probó el sabor, pero tengo que quitarle ese plato, hermano.»