Después de haber dominado al resto de la competencia durante años, era lo justo que Dmitry Bivol y Artur Beterbiev se encontraran en la cima de la división semipesada.

Para ambos, poco quedaba por probar. Beterbiev detuvo brutalmente a rivales como Callum Smith, Anthony Yarde y Marcus Browne, demostrando que es uno de los mejores boxeadores de 175 libras de la historia. Solo Bivol, quien derrotó a Zurdo Ramírez y Canelo Álvarez, entre otros, merecía un lugar en el mismo pedestal.

Con todo el oro en juego, se alinearon oficialmente en lados opuestos del ring el 12 de octubre.

Para cada uno, hubo momentos de éxito, pero de maneras diferentes. Bivol (23-1, 12 KOs) boxeó maravillosamente desde afuera, mientras que los duros golpes de Beterbiev resonaron en toda la arena. Cuando sonó la última campana, ninguno de los dos bajó la cabeza. En su lugar, levantaron los brazos al aire mientras mostraban una gran sonrisa. Sin embargo, a pesar de su confianza, Beterbiev (21-0, 20 KOs) fue el único que siguió sonriendo ampliamente.

Poco después, surgió la controversia. Un sector del mundo se quedó con la creencia de que la presión implacable de Beterbiev, su volumen de golpes, la dureza de sus impactos y su ritmo de trabajo lo hacían el claro vencedor. Por otro lado, los seguidores de Bivol vieron su movimiento, el tiempo de sus golpes, su jab y la velocidad de sus puños como indicativos de que debía haberse llevado la victoria.

Por supuesto, nada de eso importa ahora. Ambos se enfrentarán de nuevo el 22 de febrero y tienen la intención de dejar las cosas claras en esta segunda oportunidad.

A medida que se acerca la pelea, Beterbiev se cansa de que se mencione su primer enfrentamiento. Pero, finalmente, no tiene más opción que escuchar las opiniones del mundo exterior. Las conjeturas diferentes están bien en su libro, pero para aquellos que creen que se le dio una decisión favorable, simplemente no entienden de boxeo.

"Fue una buena pelea", dijo Beterbiev a Sky Sports Boxing. "No fue una pelea reñida."