El sábado por la noche, Aaron McKenna se presentó al mundo con una victoria contundente por decisión unánime sobre Liam Smith ante más de 60,000 espectadores en el Tottenham Hotspur Stadium de Londres.

Menos de 24 horas después, McKenna ya estaba de regreso en su hogar en Monaghan, Irlanda, sentado frente al televisor.

Pero no era para revivir su actuación de la noche anterior, sino para ver ganar a su amado Liverpool FC, que se coronó campeón de la Premier League con una victoria 5-1 sobre el Tottenham.

“No se podía pedir un mejor fin de semana,” dijo McKenna a The Ring.

“Todavía no he visto la pelea, pero lo haré. Siempre me gusta ver en qué puedo mejorar, aunque haya sido una victoria clara. Siempre hay algo que aprender. Esa es mi mentalidad.”

Con récord de 20-0 (10 KOs), McKenna ha sido considerado desde hace tiempo como una futura figura del boxeo, aunque diversos factores habían impedido que mostrara su verdadero potencial.

Varios rivales cancelaron combates o simplemente rechazaron enfrentarlo, ya sea por su bajo perfil mediático o al darse cuenta del problema que supondría medirse con él.

La forma en que manejó al excampeón mundial Liam Smith dejó claro que ya no será tan fácil evitarlo.

“Diría que el mejor momento de la pelea fue ese gancho al cuerpo en el duodécimo asalto,” recordó McKenna.

“Fue la guinda del pastel para una actuación espectacular. Lo lancé sin pensarlo mucho, y aterrizó perfecto. Lo derribé con ese golpe.”

A lo largo de la semana de pelea, la mayoría anticipaba una guerra cerrada entre el veterano Smith y un McKenna joven pero aguerrido, forjado en los duros gimnasios de California.

McKenna mantuvo un perfil bajo, con mirada firme, intercambiando tensos cara a cara con Smith, quien no dudó en responder.

Sin embargo, al sonar la campana, McKenna sorprendió con madurez y control, evitando el fuego cruzado temprano, ganando distancia, boxeando en retroceso y combinando estilos.

“Ese fue el plan desde el principio,” explicó.

“He estado diciendo durante años que puedo pelear de todas las formas, pero solo los cercanos a mí lo creían de verdad. Lo demostré: boxeé desde afuera, peleé por dentro, cambié a zurdo durante buena parte del combate, y me sentí cómodo.”

Antes de la pelea, prácticamente ningún experto le daba posibilidades frente al experimentado Smith.

“Ningún analista me daba como favorito. Decían que Smith tenía demasiada experiencia, que yo no podría con la presión de un estadio repleto. Pues bien, les demostré lo contrario.”

McKenna también manejó con soltura el gran escenario mediático.

“Fue una semana muy intensa: las llegadas, el día de medios, las entrevistas, pero no me afectó. Me sentí como en casa. Algunos se achican, yo me crezco.”

La decisión de enfrentar a Smith en Londres en vez de viajar a Kazajistán para enfrentar al campeón unificado Janibek Alimkhanuly resultó más que acertada.

“Todo lo que dije antes de la pelea se cumplió. Sabía que esta pelea me iba a poner en el mapa.

Ahora todo el mundo sabe quién soy. Si se da el combate con Janibek, será mucho más grande ahora.”

McKenna también dejó la puerta abierta a enfrentar a otro nombre de peso en la división:

“Si no es un título mundial, me gustaría Chris Eubank Jr.”

El evento también tuvo un fuerte componente emocional: los padres de los protagonistas estuvieron presentes. Nigel Benn acompañó a su hijo Conor, mientras que Chris Eubank Sr. reapareció para apoyar a su hijo.

En contraste, el padre y entrenador de McKenna, Fergal, mantiene un perfil bajo, pero no por ello menos orgullo.

“Estaba encantado,” dijo Aaron.

“Él, mi hermano Stephen, mi otro hermano Gary y yo sabíamos que íbamos a ganar. Todo salió tal como lo habíamos planeado.”